De Valero a San Esteban de la Sierra

De Valero a San Esteban de la Sierra: Vega del Molino Sillero, con el Pico Cervero y el de las Tres Rayas, al oeste, montes emblemáticos de la cabecera del valle Quilamas.

De Valero a San Esteban de la Sierra: Vega del Molino Sillero, con el Pico Cervero y el de las Tres Rayas, al oeste, montes emblemáticos de la cabecera del valle Quilamas.

  1. Recogida de aceitunas: del vareo mecánico al eléctrico
  2. Almeces u hojaranzos

 Introducción

La ruta de Valero a San Esteban de la Sierra es una de las más singulares de la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia. Así, desde Valero, descendiendo por la orilla izquierda del río Quilamas hasta su desembocadura en el río Alagón y, luego, remontando el tramo alto de este último, por su orilla derecha, se llega a San Esteban.

De esta forma, los afortunados que la recorran podrán disfrutar con su rico patrimonio natural, con encinares, alcornocales, bosques de almeces u ojaranzos, castañales, junto a plantaciones de olivo y viñedos. Donde aún puede contemplarse al escaso buitre negro, que tiene por estas tierras uno de sus últimos refugios, así como a la esquiva cigüeña negra que nos visita en verano para criar en riscos próximos a estos ríos o en las copas de árboles de gran porte.

Por todo ello, estos parajes son merecedores de otros títulos: Lugares de Interés Comunitario (LICs), Zonas de Especial de Protección de las Aves (ZEPAs) y Zona de Importancia para la Conservación de la Cigüeña Negra.

De Valero hasta la desembocadura del Quilamas en el Alagón

Inicio de la ruta 

Parte de esta ruta discurre por el Camino de los Trasiegos, que une tres pueblos: San Miguel de Valero, Valero y San Esteban de la Sierra. Os invito a recorrerla en compañía de mis buenos amigos, Rafa, Manolo y Primi.

En el Humilladero de Valero, con el río Chico y la plaza de toros por testigos, el penúltimo sábado del mes de julio del 2021, empezamos a caminar en dirección a San Esteban de la Sierra, a fin de recorrer una parte relevante del Camino de los Trasiegos, el que enlaza estos dos pueblos.

Si fuéramos rectos, tendríamos poco más de 6 kilómetros, pero nos desviaremos en varios momentos de la ruta para ver ciertos hitos y parajes emblemáticos, como la antigua central hidroeléctrica de Valero, la fuente del Avellano, la Pedrera del Musgo y un castañar situado encima de estos dos últimos, fuente y pedrera, en un sector de la vertiente izquierda del río Alagón, poco después de recibir las aguas del río Quilamas.

 

Primi, Manolo y Rafa, posando junto a la plaza de toros de Valero, donde iniciamos la ruta. 24-07-2021

Primi, Manolo y Rafa, posando junto a la plaza de toros de Valero, donde iniciamos la ruta. 24-07-2021

 

Como siempre, Rafael Navarro, nuestro querido Rafa, valerano de pro, ejerce de guía y cicerón.

Pasando por el transformador eléctrico y el pago de las Santanillas

Así, nada más salir nos señala la caseta donde se ubicaba el transformador eléctrico que intensificaba el nivel del voltaje (circuito de corriente alterna) antes de transmitirla y distribuirla a las casas, una vez generada en una arruinada fábrica hidroeléctrica, próxima al punto de partida, cuya visita es uno de los atractivos de la ruta.

 

Restos del transformador que intensificaba el voltaje de la corriente obtenida en la cercana central hidroeléctrica de Valero

Restos del transformador que intensificaba el voltaje de la corriente obtenida en la cercana central hidroeléctrica de Valero

 

Panorámica de Valero al poco de iniciar el camino en dirección al cementerio y, luego, a San Esteban de la Sierra.

Panorámica de Valero al poco de iniciar el camino en dirección al cementerio y, luego, a San Esteban de la Sierra.

 

Tras un breve trecho por un camino asfaltado que conduce al cementerio del pueblo, entre encinas a nuestra izquierda, muy próximas, y bancales, los del Pedenal, a nuestra derecha, a distancia, en la otra ladera del río Quilamas, donde se yerguen olivos, debemos coger un estrecho camino, también a nuestra derecha, en el que un cartel nos indica que estamos en el Camino de los Trasiegos.

Después de caminar unos metros (320), entre olivos y encinas, hallamos, a nuestra derecha, varios ejemplares de mimosas, precediendo al regatoEl Valle”, que atravesamos para entrar en el pago de las Santanillas, amenizado con tierras de labor, donde prosperan olivos, vides, cerezos y, en una tierra que perteneció a la madre de Rafa, varios caquis.

Vamos avanzando paralelos a una pared de mampostería, a nuestra izquierda, soporte de bancales con vides, hasta toparnos con la fuente de la Santanilla, que parece abrirse en el sólido muro pizarroso, derramando abundante agua, a pesar del estío.

 

Ruta de los Trasiegos: Rafael Navarro en la fuente de las Santanillas, a medio kilómetro de Valero.

Ruta de los Trasiegos: Rafael Navarro en la fuente de las Santanillas, a medio kilómetro de Valero.

Visita a los restos de la central hidroeléctrica de Valero

Cuando habíamos caminado poco más de medio kilómetro (620 metros), nos desviamos, a la derecha, para descender en corto trayecto (un cuarto de kilómetro) hasta los restos de la antigua central hidroeléctrica, que durante varias décadas abasteció de luz eléctrica a Valero y pueblos colindantes, como San Miguel, Linares de Riofrío, Escurial de la Sierra, entre otros.

Un poco antes, Rafa nos dijo dónde se ubicaba la bocatoma y el canal que conducía el agua hasta la fábrica.

Mirad el canal que conducía el agua, pendiente abajo, desde su captación, en la desembocadura del río Chico en el río Quilamas, hasta la fábrica hidroeléctrica a la que llegaremos enseguida. Cuando era un niño, daba gusto ver la gran regadera de agua que por allí caía”, nos ilustra Rafa, señalando con su vara un estilizado canal pétreo, rodeado de encinas.

 

La vara de Rafa señalando el canal que conducía el agua desde su bocatoma, en la desembocadura del río Chico en el río Quilamas, hasta la sala de máquinas, donde se hallaba la turbina-alternador, de la pequeña central hidroeléctrica de Valero, que abastecía de luz eléctrica a los pueblos limítrofes.

La vara de Rafa señalando el canal que conducía el agua desde su bocatoma, en la desembocadura del río Chico en el río Quilamas, hasta la sala de máquinas, donde se hallaba la turbina-alternador, de la pequeña central hidroeléctrica de Valero, que abastecía de luz eléctrica a los pueblos limítrofes.

 

Según descendíamos, apreciábamos los restos del citado canal, primero, a nuestra derecha, luego, a nuestra izquierda.

Central hidroeléctrica de Valero: tristes ruinas

Cuando llegamos, nuestro ánimo se ensombreció al ver cuatro paredes, donde antaño estuvo una coqueta y útil central hidroeléctrica (a unos 900 metros de Valero). La profusa e invasora vegetación nos impedía la entrada, por lo que no pudimos ver su interior.

 

Restos de la antigua central hidroeléctrica de Valero, la Fábrica. 24-07-2021

Restos de la antigua central hidroeléctrica de Valero, la Fábrica. 24-07-2021

 

La última vez que estuvimos aquí, hace unos ocho años, pudimos ver los restos de la turbina y la salida de los cables conductores de la electricidad”, recordaba Primi, con cierta nostalgia. “Una pena, a mediados del siglo pasado bien que funcionaba, suministrando luz de día y de noche”, apuntaba Manolo.

Sí, iba el tío Manuel, se acercaba al transformador y daba luz para estos pueblos”, asentía Rafa.

 

Restos central hidroeléctrica de Valero. La invasiva vegetación no deja ver su interior.

Restos central hidroeléctrica de Valero. La invasiva vegetación no deja ver su interior.

 

Parece que fue una central de agua fluyente o de pasada. Poseía un sistema de conducción (canal de aducción) que conducía inicialmente el agua desde el lugar de captación o bocatoma, en la citada desembocadura del río Chico en el Quilamas, como a unos trescientos metros del pueblo, hasta el punto en que un canal, resistente a la presión, la acogía para llevarla, pendiente abajo, a notable velocidad, merced al relevante desnivel de estas quebradas laderas, en dirección a la sala de máquinas. Aquí, las turbinas hidráulicas transformaban la energía cinética de la corriente fluvial en energía mecánica de rotación. A continuación, un alternador, la convertía en energía eléctrica.

Peña de los Caldereros

Apenados por tal muestra de desidia, regresamos al camino principal, por el que avanzamos, rodeados de encinas, jaras y retamas, dejando un desvío, a la derecha, que conduce a un olivar de Rafa y de su hermano Francisco, que luego veremos. De forma que llegamos a una peña cubierta por musgo, la Peña de los Caldereros, desde la que se contempla una buena panorámica de este valle primigenio, forjado por el río Quilamas.

 

Peña de los Caldereros en la ruta de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra

Peña de los Caldereros en la ruta de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra

 

Según mi aplicación del móvil, llevamos andados 1270 metros, de los que empleamos 560 en el desvío a los restos de la central hidroeléctrica.

De Valero a San Esteban de la Sierra: los Lagares

A continuación, tras breve trecho (como unos 100 metros más), nos situamos junto al olivar de Rafa y de su hermano Francisco, a nuestra derecha, en el denominado paraje de “los Lagares”.

Pasamos junto al olivar de Rafa, en pleno Camino de los Trasiegos (Valero a San Esteban de la Sierra)

Pasamos junto al olivar de Rafa, en pleno Camino de los Trasiegos (Valero a San Esteban de la Sierra)

 

 

De Valero a San Esteban de la Sierra: olivar de Rafa y Francisco Navarro en pleno Camino de los Trasiegos, a 820 metros de Valero

De Valero a San Esteban de la Sierra: olivar de Rafa y Francisco Navarro en pleno Camino de los Trasiegos, a 820 metros de Valero

 

Nosotros cogemos las aceitunas para que, luego, en una almazara de Sotoserrano extraigan nuestro aceite de oliva virgen. Este año nos hemos repartido 200 litros para los dos, para mi hermano Francisco y para mí”, refiere Rafa, orgulloso de consumir el aceite obtenida de sus propios olivos.

Luego, descendemos por la cuesta de los Lagares, entre olivos y vides, mientras hablamos de las bondades del aceite de oliva virgen extra, más exquisita y rica en antioxidantes que el aceite de oliva virgen.

Tras un breve trecho, dejamos, a nuestra izquierda, un terreno con encinas y, sobre todo, con buenos ejemplares de alcornoque, muy familiar para Rafa: “Fijaos, cada 7 u 8 años, le dan 300 euros a mi hermano Francisco, por coger el corcho de este alcornocal, heredado de mi padre, unos, que se dedican a ello”.

Mientras descendemos, seguimos viendo alcornoques, algunos con líquenes, indicándonos cuán pura e incontaminada es la naturaleza que nos rodea. Acorde con ello, varias currucas capirotadas amenizaban el paseo con sus armónicos trinos, de singular belleza, tanto como para que un ilustre músico, Oliver Messiaen, amante de la ornitología, compusiera una obra, en 1970, en honor a una pariente de la capirotada, la curruca mosquitera.

Por terrenos de la Rompedro tras dejar la ruta de los Trasiegos

De esta suerte, tras caminar como medio kilómetro desde la Peña de los Caldereros (llevamos 1900 metros caminados desde la plaza de toros), llegamos al punto en el que debemos dejar el Camino de los Trasiegos para desviarnos por un sendero, a nuestra derecha, para ir a la fuente del Avellano, la Pedrera del Musgo y la Honfría.

Ahora, avanzamos entre altas retamas por terrenos de la Rompedro, en los que, en breve trecho, apreciamos el cauce seco del regato homónimo, algo común durante el estío, aunque no durante el invierno, como refiere Rafa: “Sí, sí, en verano está seco, pero en invierno por aquí sale agua a punta pala”.  

 

Cauce seco del regato de la Rompedro, en el Camino de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra.

Cauce seco del regato de la Rompedro, en el Camino de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra.

 

Con el paredón de bancales, a nuestra izquierda y el río Quilamas, muy próximo a nuestra derecha, caminamos rodeados de un estrato arbustivo constituido por cantuesos, retamas, diversos tipos de tomillo y jaras, entre otros. Según nuestro guía, estamos atravesando un sector donde se ceba el sol durante el verano, un verdadero paraíso para las cigarras y chicharras.

Cuando venías por aquí, por los Lagares y la Rompedro, a las doce del mediodía, era tal el ruido de las chicharras, que te volvías sordo”, rememora Rafa.

Es preciso decir que el ensordecedor canto de las cigarras y chicharras durante el verano no sólo es un indicador de calor, sino también de su apareamiento, dada la ausencia de depredadores a pleno sol, lo que aprovechan los machos para invitar a las hembras a procrear.

Bueno, más que cantar lo que hacen es estridular, pues no emplean la boca, sino unos sacos de aire abdominales, que se inflan y desinflan a través de sus timbales membranosos.

 Encinares y alcornocales de la Judria

De esta guisa, dejamos la Rompedro y entramos en la Judria, paraje donde se enseñorea la encina y, en menor cantidad, el alcornoque, por el que progresaremos durante aproximadamente un kilómetro.

 

Sierra de las Quilamas. Alcornoques en el paraje de la Judria, junto al río Quilamas, fuente de corcho para los valeranos.

Sierra de las Quilamas. Alcornoques en el paraje de la Judria, junto al río Quilamas, fuente de corcho para los valeranos.

 

Antaño, los valeranos limpiaban con mimo el terreno en el que se asentaban estas encinas, pues aprovechaban óptimamente su fruto, la bellota, que recogían y guardaban para alimentar a su ganado. Además, gran parte del corcho que obtenían procedía de estos alcornoques de la Judria. Hogaño, altas retamas y abundantes jaras dificultan el camino.

Antes, estos encinares estaban tan limpios como el comedor de vuestra casa, pues la bellota que producían servía para alimentar a nuestros marranos, cabras y demás animales”, atestigua Rafa.

 

Sierra de las Quilamas. Encinas en la rivera izquierda del río Quilamas, en el paraje de la Judria.

Sierra de las Quilamas. Encinas en la rivera izquierda del río Quilamas, en el paraje de la Judria.

Jamón ibérico de bellota

Es bueno destacar que la bellota es el producto estrella del cerdo ibérico durante la montonera, pues le aporta notables cantidades del saludable ácido oleico, el cual representa el 62 % de las grasas que contiene la bellota (el 9% del peso seco), casi similar a la composición grasa de las aceitunas. Por ello, algunos llaman olivo ambulante al cerdo ibérico alimentado con bellotas.

 Incluso en algún estudio se ha comprobado que el jamón obtenido de los cerdos ibéricos alimentados con bellota durante dos montoneras seguidas tiene mayor riqueza en antioxidantes que los alimentados en una única montonera, así como en los no sobrealimentados con bellota.

Según el parecer de mis amigos, naturales de una tierra donde la encina (Quercus Rotundifolia) prolifera por doquier, lo que hace exquisito al jamón no es tanto la raza del cerdo, cuanto su sobrealimentación con bellota de encina.

Tú le das bellota a un cerdo blanco y gana mucho en calidad”, apunta Primi.

Rafa, aún va más allá: “Mira Primi, mi cuñado Tomás le compró, una vez, un jamón de cerdo blanco a tu tía María, alimentado con bellotas, además de remolachas, patatas y otros alimentos de su huerta, que era casi más rico que los ibéricos de Joselito”.

Pues nosotros, de niños, también comíamos bellotas. Las asábamos como las castañas, aunque eran menos ricas”, apostilla Primi.

Caminando junto al charco Redondo y al charco del Pasil

Esta animada conversación es interrumpida cuando Rafa nos señala, a nuestra derecha, mirando el curso del vecino río Quilamas, un pozo de unos cuatro metros de profundidad en pleno río, el Charco Redondo y, a continuación, el lugar donde se almacenaba el agua del río (pesquera o/y presa) para desviar una parte de la misma a un canal o regadera que la conducía (como un kilómetro) hasta unas huertas situadas en el siguiente paraje, el Molino Sillero.

El siguiente hito al que llegamos es al Charco del Pasil, de unos dos metros de profundidad, en el que proliferaban barbos y bogas, según nos cuenta Rafa. Se trata de un bellísimo paraje, con una especie de playita, donde la encina se entromete en el bosque galería del río Quilamas, dominado por alisos.

 

Sierra de las Quilamas. Rafa explicando a Manolo y a Primi por qué se llama el Pasil, el paraje en el que se hallan: un vado por el que se accedía a Garcigüey y a la cascada de la Palla.

Sierra de las Quilamas. Rafa explicando a Manolo y a Primi por qué se llama el Pasil, el paraje en el que se hallan: un vado por el que se accedía a Garcigüey y a la cascada de la Palla.

 

Rafa también nos refirió que esta última denominación (EL Pasil) probablemente se deba a que a ese nivel se hallaba un vado del río que permitía acceder al camino que conducía a la cascada de la Palla y al pueblo de Garcigüey.

 

De Valero a San Esteban de la Sierra. Caminando por la Judria, pegados al río Quilamas,

De Valero a San Esteban de la Sierra. Caminando por la Judria, pegados al río Quilamas,

 

El sol parece castigarnos menos mientras avanzamos por la Judria, pegados al río Quilamas,  a la sombra de numerosas encinas.

De Valero a San Esteban de la Sierra: Caminando por el Molino Sillero

De esta suerte, entramos en terrenos del Molino Sillero, donde puede verse la vega en la que plantaban variadas hortalizas, regadas por el agua conducida por el canal o regadera antes mencionada. Llevamos andados poco más de tres kilómetros.

Mientras progresamos, entre escobas y jaras, acercándonos al punto en el que el río Quilamas desemboca en el río Alagón, el valle del primero parece ensancharse y la panorámica aún se torna más hermosa. Así, mirando hacia el oeste, río arriba, hacia su cabecera, con montes emblemáticos, como el Pico del Mojón del Marrano o de las Tres Rayas, el Pico Cervero, la Perdiguera y la Sierra Chica.

 

Sierra de las Quilamas: vega del Molino Sillero, al lado; en lontananza, al oeste, La Perdiguera, la sierra Chica, el pico de las Tres Rayas y el pico Cervero

Sierra de las Quilamas: vega del Molino Sillero, al lado; en lontananza, al oeste, La Perdiguera, la sierra Chica, el pico de las Tres Rayas y el pico Cervero

 

Desembocadura del río Quilamas en el río Alagón

Cuando llevamos caminados unos tres kilómetros desde Valero, vemos en la otra ladera, junto a la carretera, el Piélago, y, casi enfrente, el río Quilamas entregando sus aguas al Alagón.

 

Sierra de las Quilamas: desembocadura del río Quilamas en el río Alagón.

Sierra de las Quilamas: desembocadura del río Quilamas en el río Alagón.

 

Desembocadura del río Quilamas en el río Alagón (en invierno), desde la carretera que une Valero con laspuentes del Alagón, un poco antes del Piélago, donde el Alagón recoge las aguas del arroyo de la Palla.

Desembocadura del río Quilamas en el río Alagón (en invierno), desde la carretera que une Valero con laspuentes del Alagón, un poco antes del Piélago, donde el Alagón recoge las aguas del arroyo de la Palla.

 

Desde una cercana peña, la Peña de la Colmena, se aprecia bien la citada desembocadura. Lo que, al tiempo, nos indica que abandonamos el valle forjado por el río Quilamas para entrar en el del río Alagón. El valle del alto Alagón, que recorreremos hasta llegar a San Esteban de la Sierra. Aunque todavía no por el Camino de los Trasiegos, que abandonamos al principio, sino paralelos al curso del río, a fin de ver la fuente del Avellano, la pedrera del Musgo y la Honfría, como antes dijimos.

 

De Valero a San Esteban de la Sierra:  dejamos el valle Quilamas y entramos en el del río Alagón.

De Valero a San Esteban de la Sierra:  dejamos el valle Quilamas y entramos en el del río Alagón.

 

Sierra de las Quilamas: la peña de la Colmena, final del valle Quilamas e inicio del valle del alto Alagón.

Sierra de las Quilamas: la peña de la Colmena, final del valle Quilamas e inicio del valle del alto Alagón.

De Valero a San Esteban de la Sierra: remontando el curso del Alagón hasta San Esteban de la Sierra

Olivos y ojaranzos animando el descenso desde la Peña de la Colmena hasta la margen derecha del río Alagón

Aunque para llegar a la rivera derecha del río Alagón es preciso descender desde el pequeño alto en el que se halla la Peña de la Colmena. Veamos cómo.

Iniciamos el descenso por un sendero huidizo, oculto entre altas escobas y jara, con paredes de bancales a la izquierda, en ciertos sectores, y numerosos ejemplares de alcornoques, algunos sin su corteza, sombreando el camino. Si no fuera por Rafa, nos resultaría muy difícil avanzar por estos vericuetos.

En torno a los 300 metros de descenso (3780) nos señala Rafa un manantial, a la derecha, junto a un par de alcornoques.

Recogida de aceitunas: del vareo mecánico al eléctrico

Mientras bajamos, Rafa contempla apenado tanta tierra perdida y descuidada, casi carente de olivares, cuando antes el olivo proliferaba por estas laderas.

No sabéis el aceite que ha producido este valle, el valle del Alagón. Aquí cuando venías en enero sólo oías el ruido del vareo de los olivos”, nos cuenta Rafa con profunda nostalgia.

Con esta técnica ancestral se pretende recoger las aceitunas que van cayendo sobre unas mantas colocadas a los pies del árbol, evitando dañar a los árboles y, sobre todo, a las ramas donde se desarrollará el fruto para la próxima cosecha.

Actualmente, para la obtención del aceite de oliva virgen extra se emplean unos vareadores eléctricos que incluyen un paraguas invertido que se acciona haciendo vibrar el tronco, recogiendo las aceitunas sin daño alguno, pues se evita, en todo momento, que caigan y se golpeen contra el suelo y, por ende, que se oxiden y deterioren.

Almeces y hojaranzos

Cuando llevábamos poco menos de medio kilómetro de descenso, aún por terrenos de Valero, entramos en el ojaranzal, llamado así porque fue una zona donde el ojaranzo o almez campeaba a sus anchas. Ahora, las carrascas y las cornicabras han ocupado el nicho de los almeces, merced a su mayor capacidad para subsistir en terrenos agrestes, secos y carentes de la más mínima silvicultura.

 

Almeces u ojaranzos en la ladera derecha del valle del Alagón, en terrenos de Valero (Salamanca).

Almeces u ojaranzos en la ladera derecha del valle del Alagón, en terrenos de Valero (Salamanca).

 

Luego, mientras pasamos por un terreno quebradizo y pedregoso, empezamos a ver más nítidamente el valle del Alagón (4km 120 metros de trayecto). Y, poco después, en la parte más declive, ya cerca del río Alagón, vemos un verdadero bosquete de almeces, que lucha por sobrevivir.

 

Regato seco de Valdecabras en la ladera derecha del valle del alto Alagón. Valero (Salamanca).

Regato seco de Valdecabras en la ladera derecha del valle del alto Alagón. Valero (Salamanca).

 

A continuación, progresamos abriéndonos paso entre lentiscos y cornicabras, viendo de vez en cuando matas de espárragos y de orégano, hasta llegar al cauce del regato de Valdecabras, que atravesamos fácilmente por no portar agua alguna.

De Valero a San Esteban de la Sierra: el Alagón baja seco, durante el estiaje, hasta encontrarse con el Quilamas

Después de casi un kilómetro de descenso, llaneamos por una zona umbrosa hasta llegar al cauce del río Alagón, tan seco como algunos de los regatos que atravesamos.

 

Cauce seco del río Alagón durante el estiaje, poco antes de recibir las aguas del Quilamas.

Cauce seco del río Alagón durante el estiaje, poco antes de recibir las aguas del Quilamas.

 

Se trata de un río que durante el estiaje se seca. En tanto que el río Quilamas mantiene su caudal permanentemente a lo largo del año, merced a lo cual nutre y da vida al Alagón, el afluente más largo del Tajo, cuando le entrega sus aguas.

Ya lo dice Rafa: “El Alagón tiene la fama, pero el agua se la da el Quilamas “.

Sin embargo, durante el invierno el agua de la lluvia y del deshielo alimentan una serie de arroyos que caen con estrépito en la cuenca alta del Alagón, a su paso por Monleón y, sobre todo, por El Tornadizo, primeros pueblos que atraviesa este río, al poco de nacer en Frades de la Sierra.

 

Charco o pozo de Santibáñez en el curso del río Alagón, en terrenos de Valero.

Charco o pozo de Santibáñez en el curso del río Alagón, en terrenos de Valero.

 

Pasando por el charco de Santibañez, el huerto el Torozo y el Olivar del tío Castor

Cuando en un sector del cauce vemos agua estancada, Rafa nos dice que estamos en el Charco de Santibañez, que, como tiene 3 a 4 metros de profundidad, aún retiene parte de su agua. También nos refiere que junto a este pozo había un huerto muy fértil, el huerto el Torozo, cerca del cual hay un camino que, en breve recorrido, conduce al pueblo de Santibáñez.

De todas formas, todavía estamos en terrenos de Valero.

 

Choza y bancal del olivar del tío Castor, en la ladera derecha del valle del Alagón, en terrenos de Valero (Salamanca).

Choza y bancal del olivar del tío Castor, en la ladera derecha del valle del Alagón, en terrenos de Valero (Salamanca).

 

Posteriormente, proseguimos paralelos a paredes de bancales, a nuestra izquierda, donde aún se conservan bastantes ejemplares de olivos, como el olivar del tío Castor.

Aunque ahora todo está perdido, antes era una tierra muy productiva, con vastas plantaciones de olivos y viñedos.

Según mi aplicación de móvil, llevamos andados 4km 450 m.

 

Valle del alto Alagón. En la ladera izquierda del valle del Alagón se aprecia el castañar de la Honfría (San Esteban de la Sierra) entre dos grandes ganchos pétreos, debajo de los cuales están la pedrera del Musgo y la fuente del Avellano.

Valle del alto Alagón. En la ladera izquierda del valle del Alagón se aprecia el castañar de la Honfría (San Esteban de la Sierra) entre dos grandes ganchos pétreos, debajo de los cuales están la pedrera del Musgo y la fuente del Avellano.

 

Valle del alto Alagón. Rafa señalando el castañar de la Honfría, perteneciente a San Esteban de la Sierra entre dos grandes riscos, divisoria de Valero y San Esteban.

Valle del alto Alagón. Rafa señalando el castañar de la Honfría, perteneciente a San Esteban de la Sierra entre dos grandes riscos, divisoria de Valero y San Esteban.

 

Doscientos metros más adelante, Rafa nos señala un castañar y dos grandes riscos o ganchos pétreos, en la ladera izquierda del valle, la opuesta por la que vamos. El primero pertenece a San Esteban de la Sierra, los segundos, a Valero.

Poco después de contemplar tal panorámica, encontramos a dos jóvenes intentando pescar en un tramo del río, donde el agua parece fluir, probablemente suministrada por la cercana fuente del Avellano, a la que nos dirigimos.

Los pescadores, naturales de San Esteban de la Sierra, dicen que han llegado hasta aquí tras descender por un ancho cortafuegos que comunica el Camino de los Trasiegos con el cauce del Alagón, muy cerca de la fuente del Avellano.

 

Cauce del río Alagón,al poco de recibir el agua de la Fuente del Avellano. San Esteban de la Sierra (Salamanca)

Cauce del río Alagón,al poco de recibir el agua de la Fuente del Avellano. San Esteban de la Sierra (Salamanca)

 

De Valero a San Esteban de la Sierra: fuente del Avellano y Pedrera del Musgo

Tras caminar en torno a medio kilómetro por la rivera derecha del río Alagón, procedemos a descender unos metros, por un terreno quebrado, hasta llegar al mismo cauce del río. Que atravesamos, pisando sobre grandes losas de piedra, para llegar a la vecina fuente del Avellano. Un manantial, a la sombra de varios avellanos, que surge en la ladera izquierda de este valle, muy próxima al río, al que abastece generosamente.

 

Primi, Rafa y Manolo en la fuente del Avellano, en la rivera izquierda del río Alagón, terrenos de San Esteban de la Sierra (Salamanca).

Primi, Rafa y Manolo en la fuente del Avellano, en la rivera izquierda del río Alagón, terrenos de San Esteban de la Sierra (Salamanca).

 

Primi y Rafa contentos por llegar a la fuente del Avellano, que nutre al río Alagón. San Esteban de la Sierra (Salamanca). 24 de julio del 2021

Primi y Rafa contentos por llegar a la fuente del Avellano, que nutre al río Alagón. San Esteban de la Sierra (Salamanca). 24 de julio del 2021

 

Antes, estaba muy cuidada, con un caño por el que salía un gran chorro de agua. Ahora, sin caño alguno, el agua sale por donde puede”, nos cuenta Rafa.

 

Ascendiendo por la pedrera del Musgo, por encima de la fuente del Avellano, en la ladera derecha del valle del Alagón en terrenos de San Esteban de la Sierra.

Ascendiendo por la pedrera del Musgo, por encima de la fuente del Avellano, en la ladera derecha del valle del Alagón en terrenos de San Esteban de la Sierra.

 

Ascendiendo por la pedrera del Musgo, por encima de la fuente del Avellano, en la ladera derecha del valle del Alagón en terrenos de San Esteban de la Sierra.

Ascendiendo por la pedrera del Musgo, por encima de la fuente del Avellano, en la ladera derecha del valle del Alagón en terrenos de San Esteban de la Sierra.

 

Después empezamos a subir por la pedrera del Musgo en pos de una gruta que se esconde en este paraje. Aunque, lamentablemente, tras mucho andar, no la hallamos, a pesar de no distar más de 50 metros del venero citado. Por lo que. ante la dificultad del terreno, inestable y resbaladizo, decidimos regresar al cauce del río. A continuación, volvimos a subir por la ladera derecha, por la que habíamos progresado hasta ahora.

Una vez en ella, tras andar un breve trecho entre almeces, paralelos al cauce del río, hallamos, a nuestra izquierda, el cortafuegos del que se habían valido los jóvenes citados para llegar a la pesquera próxima a la fuente del Avellano.

Ascendiendo por un cortafuegos hasta enlazar con el Camino de los Trasiegos

Así, abocamos un terreno casi desprovisto de árboles, salvo aisladas encinas, ancho, largo y de gran pendiente, que puso a prueba nuestra forma física.

 

Mientras ascendíamos por un cortafuegos, en la ladera derecha del valle del Alagón, dejábamos atrás el castañar de San Esteban de la Sierra, la Pedrera del Musgo y, junto al río, la fuente del Avellano.

Mientras ascendíamos por un cortafuegos, en la ladera derecha del valle del Alagón, dejábamos atrás el castañar de San Esteban de la Sierra, la Pedrera del Musgo y, junto al río, la fuente del Avellano.

 

Mientras ascendíamos, de vez en cuando parábamos para recuperar el resuello y para contemplar la panorámica que dejábamos atrás. Esto es, la ladera izquierda de este alto sector del valle del Alagón con el castañal de San Esteban de la Sierra junto a dos grandes riscos y la pedrera del Musgo, donde se atisba la gruta a la que no logramos acceder.

 

Enlazando con el Camino de los Trasiegos, tras ascender por un cortafuegos desde la orilla derecha del río Alagón.

Enlazando con el Camino de los Trasiegos, tras ascender por un cortafuegos desde la orilla derecha del río Alagón.

 

Por fin, tras medio kilómetro de duro ascenso, un cartel nos indica que estamos en el Camino de los Trasiegos.  Son seis los kilómetros que llevamos recorridos desde el Humilladero de Valero, incluido el medio kilómetro de desvío a la central hidroeléctrica.

Acercándonos a San Esteban de la Sierra, por el Camino de los Trasiegos

 

De Valero a San Esteban de la Sierra: panorámica de San Esteban desde el camino de los Trasiegos

De Valero a San Esteban de la Sierra: panorámica de San Esteban desde el camino de los Trasiegos

 

Tras progresar poco más de una centena de metros (120 metros, exactamente), rodeados de encinas, se nos ofrece, a nuestra derecha, una buena panorámica de este valle, con San Esteban de la Sierra en lontananza.

 

Manolo atravesando el seco regato de la Berringa en pleno Camino de los Trasiegos

Manolo atravesando el seco regato de la Berringa en pleno Camino de los Trasiegos

 

Enseguida, en una zona poblada de ojaranzos, hallamos el regato de la Berringa o Barriega, sin agua aparente en el cauce que atraviesa el camino, pero sí unos metros más abajo, lo que aprovecha Rafa para refrescarse.

 

Rafael Navarro refrescándose en el regato de la Barriega (Berringa) en pleno Camino de los Trasiegos, entre Valero y San Esteban de la Sierra

Rafael Navarro refrescándose en el regato de la Barriega (Berringa) en pleno Camino de los Trasiegos, entre Valero y San Esteban de la Sierra

 

Estamos en la raya divisoria de tres pueblos: Valero, de donde venimos, al oeste; San Miguel, al norte, a nuestra izquierda; y San Esteban de la Sierra, de frente, al este-sureste.

Este es el punto en el que desembocamos en otra ruta que se publicó en este blog: “De San Miguel de Valero hasta San Esteban de la Sierra.

Proseguimos a la sombra de múltiples encinas, bastantes ejemplares de cornicabra y algunos bancales de olivos y, tras andar poco más de medio kilómetro desde el regato de la Berringa (700 metros), vemos un bosquete de almeces, a nuestra derecha, con su rectilíneo tronco, su lisa y grisácea corteza, así como sus hojas, aovado-lanceoladas, finamente aserradas.

 

Olivar del tío Julio en la ruta de Valero a San esteban de la Sierra

Olivar del tío Julio en la ruta de Valero a San esteban de la Sierra

 

Después de andar como medio kilómetro más, apreciamos, también a nuestra derecha, un olivar, con buenos ejemplares de olivo, algunos centenarios, el olivar del tío Julio. Digno de mencionar porque se ve que su dueño o dueños lo cuidan con esmero, con la tierra arada y buen aspecto de los árboles, sin aparentes manchas en las hojas, verrugas en las ramas o heridas en los árboles. Muy probablemente los han tratado con cobre en invierno, antes de las lluvias primaverales, para evitar enfermedades por hongos, como el repilo del olivo, la negrilla y la tuberculosis del olivo, entre otras.

Entrando en San Esteban de la Sierra

Si continuamos un pequeño tramo más, hallaremos un improvisado mirador, a nuestra derecha, desde el que se divisa en plenitud el caserío de San Esteban de la Sierra.

El camino, ahora descendente, nos lleva en breve recorrido (como un kilómetro) a San Esteban entre escobas, jaras y lentiscos, describiendo una gran curva a la derecha, tras la cual nos vemos obligados a atravesar un pequeño puente bajo el que discurre un arroyo que, enseguida, entrega sus aguas al Alagón. Luego, pasamos junto a unas derruidas almazaras.

Después de progresar un corto tramo más, apreciamos unos buenos ejemplares de olivo, que nos anuncian la presencia del puente de origen medieval sobre el río Alagón, que sobrepasamos para entrar, entre viñedos, a San Esteban de la Sierra.

 

Camino de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra: mirador próximo a San Esteban de la Sierra (poco más de un lilómetro)

Camino de los Trasiegos, de Valero a San Esteban de la Sierra: mirador próximo a San Esteban de la Sierra (poco más de un lilómetro)

 

Puente sobre el río Alagón a la entrada de San Esteban de la Sierra, en el Camino de los Trasiegos

Puente sobre el río Alagón a la entrada de San Esteban de la Sierra, en el Camino de los Trasiegos

 

En San Esteban de la Sierra se halla este puente sobre el río Alagón, formando parte del Camino de los Trasiegos

En San Esteban de la Sierra se halla este puente sobre el río Alagón, formando parte del Camino de los Trasiegos

 

Ya en el pueblo, subimos por sus empinadas calles, dejando, a nuestra derecha, dos fuentes de tipología romana, con cubierta a dos aguas y con buena bóveda pétrea.

 

San Esteban de la Sierra

Primeras casas de San Esteban de la Sierra, una vez pasado el puente medieval sobre el río Alagón.

 

Es muy aconsejable dejarse impregnar por el vetusto y, al tiempo, señorial caserío de San Esteban de la Sierra, rodeado de viñedos y olivos centenarios, con su hermosa plaza mayor, su iglesia parroquial, la ermita del Humilladero y sus intrincadas calles, plazoletas varias que recuerdan que antaño se alojó una poderosa aljama judía.

Desde este bello pueblo pueden emprenderse otras excursiones, además de la descrita en este contenido, como la de los Lagares Rupestres, la de los Miradores de la Sierra, con su notable castañar con acebos y arces de Montpellier.

En fin, propiciemos excursiones de estas características porque contribuyen a incrementar nuestra esperanza de vida en buena salud y a que la esquiva felicidad nos acompañe con cierta fidelidad.

                                                                                                   Dr. Félix Martín Santos

2 Comentarios

  1. Otra maravillosa ruta en casi cualquier época del año , con la que sin duda la esquiva felicidad siempre nos acompañará mientras caminamos.

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  2. Félix aceptamos con mucho gusto tu invitación a recorrer la ruta junto a ti y a tus buenos amigos,grandes conocedores de la zona que además la contemplais, nos acercais a ella con todo el cariño y sabiduría.
    Podemos afirmar que nuestro espíritu y nuestros sentidos se han engrandecido al:
    – Contemplar la belleza y diversidad paisajística: sus ríos,fuentes,arrollos, pozos, regatos o sierras con sus grandes picos.
    – Escuchar los trinos de la curruca capirotada o el estridular de cigarras y chicharras.
    – Aspirar los aromas de jaras, tomillos o cantuesos.
    – Apreciar los característicos productos de la tierra obtenidos de sus olivares, encinares y alcornocales. Interesante el actual vareo eléctrico de los olivos y espléndida la explicación del funcionamiento de la desaparecida Central Eléctrica.
    Ha sido muy grato caminar, aprender y disfrutar junto a vosotros cuatro en este atractivo y entretenido recorrido.

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