De San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra

De San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: panorámica de la Sierra de las Quilamas

De San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: panorámica de la Sierra de las Quilamas

 

  1. Repetidor de Valero
  2. Mirador desde donde se divisa la Sierra de las Quilamas y las Batuecas- Sierra de Francia.
  3. Panorámica desde el Cuerno de Calamorros

Introducción

En la Sierra de las Quilamas salmantina existe una insólita ruta entre San Miguel de Valero y San Esteban de la Sierra. Surca excepcionales miradores y atraviesa quebradas montañas, apartados valles, inexplorados regatos, donde prosperan almeces u hojaranzos, cornicabras y lentiscos, que dan fe de la pureza del lugar.

El excelente grado de conservación de sus ecosistemas enriquece y da lustre a la Reserva de la Biosfera de las sierras de Béjar-Francia (UNESCO, 2006), a la que pertenece la Sierra de las Quilamas.  Además, la presencia de buitres negros, cigüeña negra, buitres leonados, entre otras muchas aves, fue determinante para honrarla con la distinción de Zona de Especial Protección de las Aves (ZEPAs).

Hitos emblemáticos en la ruta de san Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra

Inicio de la ruta de San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra

Esta singular ruta la efectué, por primera vez, durante un cálido día de julio del 2017, acompañado y guiado por mi buen amigo Rafael Navarro, natural de Valero, desde hace décadas afincado en San Miguel. Conoce la Sierra de las Quilamas como la palma de su mano, merced a que la recorrió múltiples veces en su infancia y adolescencia, mientras ejercía su antiguo trabajo de cabrero.  Actualmente, cuando su trabajo de apicultor se lo permite, le gusta emprender rutas por parajes tan queridos, a fin de mostrárselas a los que tenemos la suerte de acompañarlo.

 

San Miguel de Valero: Cooperativa Reina Kilama (Miel y Polen)

San Miguel de Valero: Cooperativa Reina Kilama (Miel y Polen)

 

La ruta la iniciamos en la Cooperativa Reina Kilama (miel y polen), ubicada en las afueras de San Miguel de Valero. Al poco de sobrepasarla, el duro pavimento asfaltado, por el que discurríamos, se tornó terroso y mullido, enmarcado por pinos que dejaban ver en lontananza las imágenes del Castillo de Valero y de la Peña de Francia.  Un poco antes, dejamos, a nuestra derecha, una plantación de cerezos con algún manzano aislado.

El camino inmediatamente gira a la izquierda y tras progresar un pequeño trecho, Rafa empezó a narrarme lo que sabe y ve: “Cuando yo era un muchacho, esta ladera que ves a nuestra derecha era el cementerio de los animales. Desde Valero siempre veíamos buitres sobrevolar esta zona. A un señor se le moría un burro, a esta garganta lo llevaba, que era una cabra la que moría, aquí la tiraba.”

De San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: sucesión de atalayas y miradores de la sierra

Al poco tiempo, empezamos a contemplar una sensacional panorámica del valle forjado por el río Quilamas. “Esto es divino, macho. Si quieres realizar una buena foto de toda la Quilama, hazla desde aquí. No encontrarás un sitio mejor que éste”, me refería Rafa, pleno de entusiasmo.

 

Panorámica del valle de las Quilamas desde terrenos de San Miguel de Valero, donde se aprecia la carretera que comunica Valero con San Miguel.

Panorámica del valle de las Quilamas desde terrenos de San Miguel de Valero, donde se aprecia la carretera que comunica Valero con San Miguel.

 

Valle de las Quilamas desde terrenos de San Miguel de Valero

Valle de las Quilamas desde terrenos de San Miguel de Valero

 

No le falta razón a Rafa, pues, mirando al noroeste, puede apreciarse una imagen nítida de los montes que circundan el curso del río Quilamas. Donde destaca, a la izquierda, la mole del Castillo Viejo de Valero, cuya ascensión desde Valero ya ha sido narrada en este blog. Al igual que la ruta hasta la desembocadura del arroyo de Jigareo en el río Quilamas.

En tanto que, prácticamente en el centro de la cabecera del valle, se observa el Pico de la Cueva. Además, se aprecia muy nítidamente la carretera de San Miguel a Valero,  zigzagueando por la sierra.

 

Panorámica de la sierra de las Quilamas

Panorámica de la sierra de las Quilamas

 

Durante un buen tramo, caminando entre pinos y jaras, la panorámica de la sierra de las Quilamas seguía enseñoreándose del paisaje. Así, tras remontar una pequeña cuesta y llegar a una atalaya, Rafa seguía transmitiendo su conocimiento y pasión sobre las tierras que le vieron nacer: “Mira, desde aquí vemos, a la derecha, El Mojón del Marrano, el Pico Cervero, por encima de Castildecabras, y Pico Chico. A la izquierda, tenemos la hondonada de la Palla. Además, fíjate bien, se ven muchas rutas, como la ruta del Hueco, la  de la Palla, la del pico Porrejón, la de la chorrera de Jigareo. Todas se ven desde aquí.”

Repetidor de Valero

Cuando llevábamos andado poco más de medio kilómetro desde la cooperativa apícola, apareció, a nuestra derecha, el repetidor de Valero, ubicado en terrenos de San Miguel, momento que aprovechó Rafa para referirme la causa de tal hecho.

Cuando en el año 65 del pasado siglo, llegaron las televisiones a los pueblos de la sierra, todos podían verlas con las señales del repetidor de la Peña de Francia menos los de Valero, por estar en la profundidad del valle.Por lo que se vieron en la necesidad  de solicitar permiso al ayuntamiento de San Miguel para construir un repetidor en sus terrenos, mucho más altos.  Entonces, el alcalde de este último pueblo, íntimo amigo de mi padre, se lo concedió a cambio de un gran arco que formaba parte de una ermita de Valero, justo el que ves en la entrada de San Miguel.”

 

Repetidor de Valero en tierras de San Miguel

Repetidor de Valero en tierras de San Miguel

 

Según me narraba Rafa éste y otros hechos, con su gracia y acento serrano, prosperaba mi conocimiento sobre la sierra de las Quilamas, tierra que también vio nacer a mis ancestros maternos y por la que siento verdadera devoción.

 

Pinares de San Miguel, ubicados en antiguos terrenos de fresas

Pinares de San Miguel, ubicados en antiguos terrenos de fresas

 

Después anduvimos, en torno a un kilómetro y medio, entre pinares plantados hace unos cuarenta años, a raíz del ocaso de las plantaciones de fresas, que entonces eran las dueñas de estos terrenos.

Mirador desde donde se divisa la Sierra de las Quilamas y las Batuecas

A continuación, vimos, a nuestra derecha, un pequeño acceso a otro excelente mirador de la sierra, al que decidimos acercarnos.

 

Panorámica de la sierra de las Quilamas, subcomarca de la Sierra de Francia y las Batuecas: por detrás de Rafa se vislumbra, en lontananza, el caserío de Miranda del Castañar

Panorámica de la sierra de las Quilamas, subcomarca de la Sierra de Francia y las Batuecas: por detrás de Rafa se vislumbra, en lontananza, el caserío de Miranda del Castañar

 

Entonces, abandonamos brevemente el camino principal para adentrarnos entre jaras y cantuesos hasta llegar a un terreno despejado, junto a unas colmenas, desde donde se vuelve a observar una excelente panorámica de la sierra de Quilamas y de las Batuecas y sierra de Francia. En lontananza, al suroeste se observaba bastante bien el caserío de Miranda del Castañar.

Inmediatamente después de gozar con la anterior panorámica, regresamos al camino por el que discurrimos durante un tramo más, hasta llegar a una bifurcación, donde dejamos el camino de la izquierda, que conduciría a San Miguel, y proseguimos por el de la derecha. A partir de ahora, ya no caminaremos a la sombra de los pinos, que nos habían protegido de las radiaciones solares durante los casi dos kilómetros de trayecto recorridos.

 

Rafael Navarro posa orgulloso  desde una atalaya desde la que se divisa Valero, el pueblo que le vio nacer. (09-07-2017)

Rafael Navarro posa orgulloso  desde una atalaya desde la que se divisa Valero, el pueblo que le vio nacer. (09-07-2017)

 

 Panorámica desde el Cuerno de Calamorros

Tras andar un trecho más, en leve descenso, surge, a nuestra derecha, un pequeño sendero, por el que, entonces, nos introducimos, a fin de acceder a otra gran atalaya, el llamado Cuerno de Calamorros, según Rafa, y Cuerno de Catamoros, según el programa IBERPIX 4, del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Para lo cual tuvimos que progresar cerca de medio kilómetro, entre lanchas de pizarra y alguna colmena aislada.

 

Rafa y Félix en el Cuerno de Calamorros, mirador desde el que se divisa Valero, en el centro del valle de las Quilamas. 09-07-2017

Rafa y Félix en el Cuerno de Calamorros, mirador desde el que se divisa Valero, en el centro del valle de las Quilamas. 09-07-2017

 

Cuando, por fin, llegamos, observamos una excelente panorámica de Valero, al oeste y relativamente cercano a nosotros. En tanto que más bajo y al suroeste se aprecia el Piélago, muy cerca del cual el río Quilamas desemboca en el Alagón. Más en lontananza y a buena altura se contempla Miranda del Castañar.

 

Panorámica del Piélago, abajo, junto a la carretera, y, más en lontananza, Miranda del Castañar.

Panorámica del Piélago, abajo, junto a la carretera, y, más en lontananza, Miranda del Castañar.

 

Cuando, después de contemplar tan estimulante panorámica, regresamos al camino, ya habíamos recorrido tres kilómetros y medio.

Descenso hasta el pinar del tío Bernabé, bordeando el valle de Valdecabras

A continuación, anduvimos un breve trecho para, enseguida, proceder a descender rodeados por la omnipresente jara y vigilados por los buitres negros y leonados, que se enseñoreaban del cielo, mientras la cigarra nos acompañaba con su monótono canto.

 

Descendiendo por un estrecho sendero, entre jaras

Descendiendo por un estrecho sendero, entre jaras

 

Cuando la pendiente se torna más pronunciada, contemplamos, a nuestra derecha, el valle de Valdecabras, que bordearemos durante casi medio kilómetro.

 

Bordeando el valle de Valdecabras mientras descendemos.

Bordeando el valle de Valdecabras mientras descendemos.

 

En el valle de Valdecabras, aún subsiste, poderoso, un longevo castaño, regado por un arroyo, que nace de cercana fuente. Según me cuenta Rafa, en la parte baja del valle, sus paisanos de Valero, plantaban olivos. Mientras que las cotas más altas las reservaban para viñedos, de los que se obtenía un vino de mucha graduación, por beneficiarse de muchas horas de sol.

 

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra. Atravesando el pinar del tío Bernabé

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra. Atravesando el pinar del tío Bernabé

 

Tras progresar un trecho más por este sendero pedregoso, nos topamos con el pinar del tío Bernabé, que será preciso atravesar durante cuatrocientos metros. Al cabo de los cuales se nos ofrece una buena panorámica de San Esteban de la Sierra, que ya empezaba a vislumbrarse al poco de entrar al pinar.

 

Al poco de salir del pinar del tío Bernabé se divisa San Esteban.

Al poco de salir del pinar del tío Bernabé se divisa San Esteban.

 

Descenso desde el pinar del tío Bernabé hasta el camino de Valero a San Esteban: atravesando el paraje y el regato de La Berringa o La Barriega

A continuación del pinar y a nuestra derecha, se halla el olivar del tío Manuel, que también pertenece a Valero. Al llegar a su nivel, es penoso contemplar bastantes olivos secos, invadidos por carrascas y altas escobas.

 

Ruta de San Miguel a San Esteban: el pinar del tío Manuel, invadido por la jara, escobas, carrascas y pinos.

Ruta de San Miguel a San Esteban: el pinar del tío Manuel, invadido por la jara, escobas, carrascas y pinos.

 

Sin embargo, en la ladera de la izquierda, se observa un olivar muy bien cuidado, el del tío Amador, que pertenece a San Miguel, según me refiere Rafa.

 

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: en la ladera de la izquierda se ve el cuidado olivar del tío Amador.

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: en la ladera de la izquierda se ve el cuidado olivar del tío Amador.

 

Cuando, por primera vez, efectué esta ruta por terrenos y parajes tan poco hollados, guiado por Rafa, observé tras descender como una centena de metros desde el punto anterior, que el sendero parecía perderse. Por lo que tuvimos que descender abriéndonos paso entre jaras, escobas y carrascas. En cierto momento, pisamos los restos de una antigua tapia derrumbada, que entonces nos sirvió de improvisada calzada.

Sin embargo, al poco tiempo de realizar este singular recorrido, operarios del ayuntamiento de San Miguel de Valero, labraron un verdadero camino que permitía acceder sin mucho esfuerzo hasta el antiguo camino de Valero a San Esteban de la Sierra. No obstante, lo describiré como antaño lo hicimos, para transmitir parte de la emoción, verdadera aventura, que Rafa y yo experimentamos mientras descendíamos por terreno tan quebrado. Prosigamos, pues.

Aventura en el descenso

Mientras bajábamos, Rafa me refirió que estábamos en el paraje o pago de la Berringa, dos laderas montañosas separadas por el regato homónimo, cuyo cauce buscábamos (regato de la Barriega, según el ING).

 

Paraje y regato de la Berringa (La  Barrienga, según el ING)

Paraje y regato de la Berringa (La  Barrienga, según el ING)

 

Cuando, tras descender unos cuantos metros más por abrupto y difícil terreno, llegamos al citado regato nos dejamos arrullar por la cantarina agua del mismo al tiempo que nos refrescamos con líquido tan virginal.

 

Ruta de San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: Rafa refrescándose en el regato de la Berringa (La Barriega).

Ruta de San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: Rafa refrescándose en el regato de la Berringa (La Barriega).

 

A continuación, al no ver sendero alguno por el que pasar, decidimos descender siguiendo el curso del regato, pues su escasa agua nos dejaba pisar, en bastantes tramos, su lecho pizarroso. Mientras tanto, Rafa me seguía ilustrando sobre las tierras y parajes circundantes. Así, me refirió que los olivares que se empeñan por sobrevivir a ambos lados de este caprichoso curso de agua pertenecen a San Miguel. En tanto que los huertos de la cuenca del mismo, la mayor parte perdidos actualmente, tienen como dueños a los habitantes de Valero. ¡Dios! Rafa se acuerda de los nombres de todos sus antiguos dueños.

 

Antiguos cercados pétreos junto al regato de la Berringa

Antiguos cercados pétreos junto al regato de la Berringa

 

Lecho pizarroso del regato de la Berringa

Lecho pizarroso del regato de la Berringa

 

Tras breve descenso, llega un momento en que la maleza no permite progresar por el regato. Por lo que salimos de su lecho, ascendiendo, por la derecha, entre peñascales de pizarra y, luego, remontando tapias de olivares, ya perdidos, rozando matas de rusco, para, enseguida, volver al cauce del regato. Por el que no proseguimos, sino que lo atravesamos, a fin de ascender, ahora, por la ladera izquierda. De esta suerte, faldeando entre estepas y carrascas, hallamos, por fin, el camino que comunica Valero con San Esteban de la Sierra.

Reflexiones de Rafa sobre la ruta seguida

Antes de levantarnos y proseguir la ruta, Rafa, recordando lo que nos había costado llegar hasta aquí, hizo una nueva reflexión: “Una vez sobrepasado el pinar del tío Bernabé, no teníamos que haber buscado tan rápido el regato de la Berringa, sino haber continuado por arriba, siguiendo la línea del olivar de Manuel, para llegar más cómodamente a este camino de Valero y San Esteban”.

Como ya dijimos antes, el sendero por el que hubiéramos descendido más cómodamente fue incluso ensanchado y adecentado poco tiempo después.

En cualquier caso, el medio kilómetro de descenso por un inexplorado camino, vadeando y cruzando el río, encaramándonos por las laderas que lo arropan y abriéndonos camino entre carrascas, jaras y escobas, nos hizo vivir una estimulante y saludable aventura, con buen final: hallamos el camino y agradecimos más el sosiego subsiguiente.

Ruta de San Miguel de Valero a San Esteban de la Sierra: descansando a la sombra de almeces u hojaranzos

Ya, en pleno camino, nos sosegamos un poco, y comprobamos que desde donde estamos hasta el olivar del tío Manuel, por donde empezó nuestro abrupto descenso, no hay más de medio kilómetro.  Además, mi aplicación del móvil me indica que desde la cooperativa apícola de San Miguel, donde iniciamos la ruta, hasta aquí hay poco menos de cinco kilómetros y medio (5310 metros).

También comprobamos que el nivel en el que desembocamos corresponde con una raya divisoria de tres pueblos: Valero, a nuestra derecha, al oeste; San Miguel, al norte, a nuestra espalda; y San Esteban de la Sierra, a nuestra izquierda, al este-sureste.

 

Nos sentamos a la sombra de varios almeces, tras descender por el regato de la Barriega

Nos sentamos a la sombra de varios almeces, tras descender por el regato de la Barriega

 

Almeces u hojaranzos en el camino que comunica Valero con San Esteban.

Almeces u hojaranzos en el camino que comunica Valero con San Esteban.

 

Mientras comíamos unas viandas a la sombra de varios fresnos y hojaranzos o almeces, Rafa volvió a mostrar su gran conocimiento. Así, por ejemplo, me refirió que las hojas del hojaranzo son muy nutritivas para el ganado porcino. Por lo que era costumbre recoger unos buenos haces de sus ramas para, luego, en casa, desprender las hojas, con objeto de introducirlas en grandes calderos de agua con salvado y, posteriormente, añadirlas a la ración diaria. De esta forma, los cerdos engordaban rápido y efectivamente.

 

Camino de Valero a San Esteban de la Sierra: cornicabras y lentiscos se hibridan frecuentemente.

Camino de Valero a San Esteban de la Sierra: cornicabras y lentiscos se hibridan frecuentemente.

 

En tanto seguíamos sentados, comiendo frugalmente y bebiendo agua con placer, Rafa escudriñaba toda la vegetación que nos rodeaba, con el propósito de recordar y, luego, referirme sus antiguas y naturales aplicaciones.  De esta guisa, después de contar las propiedades de las hojas del almez, me dijo que las hojas del fresno eran muy apreciadas por las cabras, que ramoneaban con deleite. Luego, viendo varios lentiscos y cornicabras (que se hibridan frecuentemente) junto a nosotros, refirió que con tales plantas elaboraban excelentes escobas.

Prosiguiendo por el camino de Valero a San Esteban: Bosquete de almeces, olivares y encinas

Un poco antes de proseguir por el nuevo y ancho camino, nos dio tiempo a contemplar, abajo y a nuestra derecha, el curso del regato de la Berringa, con un bosque galería constituido por numerosos fresnos y bastantes hojaranzos, que lo acompañan hasta su desembocadura en el vecino río Alagón.

Ya en el camino de Valero a San Esteban, avanzamos a la sombra de múltiples encinas, bastantes ejemplares de cornicabra y algunos bancales de olivos. Luego, tras andar poco más de medio kilómetro (unos 700 metros), apreciamos un bosquete de almeces, a nuestra derecha, cuyos ejemplares pugnan por sobrevivir a un fuerte estrato arbustivo, que los ahoga sin piedad, por no beneficiarse de la correspondiente limpieza. A pesar de ello, dejan ver su rectilíneo tronco con su lisa y grisácea corteza así como sus hojas, aovado-lanceoladas, finamente aserradas.

 

Camino de Valero a San Esteban: Bosquete de almeces u hojaranzos.

Camino de Valero a San Esteban: Bosquete de almeces u hojaranzos.

 

Un poco más de camino y llegaremos a un claro, a nuestra derecha, desde donde se divisa el curso del río Alagón y el valle correspondiente. En cuya ladera izquierda, la ubicada enfrente de nosotros, se aprecia el castañar del Torozo, al fondo y al suroeste, rodeado por canchales de pizarra, y se halla la fuente del Avellano, un poco más abajo, junto al río.

 

Valle del Alagón, en el camino de Valero a San Esteban.

Valle del Alagón, en el camino de Valero a San Esteban.

 

Camino de Valero a San Esteban: olivar del tío Julio.

Camino de Valero a San Esteban: olivar del tío Julio.

 

Cuando llevábamos recorrido como un kilómetro por este ancestral camino vecinal, descubrimos, también a nuestra derecha, un olivar muy bien cuidado, el del tío Julio, natural y residente en Valero. Nos llamó la atención, la presencia de plásticos colgados de las ramas de los olivos, colocados con el propósito de ahuyentar al jabalí, mediante el ruido producido al ser agitados por el viento. Aunque, según Rafa, la eficacia de tal estrategia es más bien pobre, pues el suido no se atemoriza y, por ende, come todas las aceitunas caídas en el suelo.

San Esteban de la Sierra a la vista

Si continuamos un pequeño tramo más, nos toparemos con un improvisado mirador, a nuestra derecha, desde el que se divisa en plenitud el caserío de San Esteban de la Sierra.

 

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: panorámica de San Esteban en el camino procedente de Valero.

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: panorámica de San Esteban en el camino procedente de Valero.

 

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: Panorámica de San Esteban en el camino de Valero.

Ruta de San Miguel a San Esteban de la Sierra: Panorámica de San Esteban en el camino de Valero.

 

El camino nos conduce a San Esteban entre escobas, jaras y lentiscos, observando, un poco más adelante, un pequeño almez, marchitándose por el sol y la sequía.

Avanzamos un trecho más y nos vemos obligados a atravesar un pequeño puente bajo el que discurre un arroyo que, enseguida, entrega sus aguas al Alagón. Luego, pasamos junto a unas derruidas almazaras.

 

Puente medieval sobre el río Alagón, a la entrada de San Esteban de la Sierra

Puente medieval sobre el río Alagón, a la entrada de San Esteban de la Sierra

 

A punto de entrar en el puente medieval sobre el río Alagón en San Esteban de la Sierra

A punto de entrar en el puente medieval sobre el río Alagón en San Esteban de la Sierra

 

Después de progresar un corto tramo más, observamos unos buenos ejemplares de olivo, que nos anuncian la presencia del puente medieval de tres arcos sobre el río Alagón, que sobrepasamos para entrar, entre viñedos, a San Esteban de la sierra.

 

Entrando en San Esteban de la Sierra, tras efectuar la ruta que lo comunica con San Miguel de Valero, a través de las Quilamas.

Entrando en San Esteban de la Sierra, tras efectuar la ruta que lo comunica con San Miguel de Valero, a través de las Quilamas.

 

Ya en el pueblo, ascendemos por sus empinadas calles, dejando, a nuestra derecha, dos fuentes de tipología romana, con cubierta a dos aguas y con buena bóveda pétrea.

 

Mapa del IGN (IBERPIX 4), donde puede intuirse parte de la ruta seguida por nosotros para llegar de San Miguel a San Esteban de la sierra.

Mapa del IGN (IBERPIX 4), donde puede intuirse parte de la ruta seguida por nosotros para llegar de San Miguel a San Esteban de la sierra.

Objetivo cumplido y regreso a casa

Pues bien, por fin, cumplimos nuestro objetivo. El trayecto desde San Miguel de Valero hasta San Esteban de la Sierra por una ruta un tanto insólita y poco convencional, pues atraviesa una parte de las Quilamas por caminos y senderos poco frecuentados, e incluso, algunos, sin explorar como el descenso de medio kilómetro entre el pinar del tío Bernabé hasta el camino de Valero a San Esteban, a través del valle y regato de la Berringa o la Barriega,

Es hora de regresar al punto de partida, esto es, a San Miguel de Valero. Para ello, existen varias posibilidades. Una, desandar lo andado por el mismo trayecto. Otra, esperar tranquilamente en San Esteban a algún buen amigo para que nos lleve en coche hasta San Miguel. Una tercera, regresar por el camino de San Esteban a Valero y, a continuación, ascender por el  ancestral camino que permitía comunicar Valero con San Miguel.

Nosotros, dado que habíamos quedado a comer con nuestras respectivas cónyuges y temíamos desairarlas, decidimos llamar a Pepe, un buen amigo de Rafa, para que amablemente nos subiera en su coche hasta San Miguel.

En fin, excursiones como la referida sirven de magnífico bálsamo para aliviar el desbordante estrés que, a veces, nos acongoja y atenaza. No dudemos, por tanto, en  aventurarnos en rutas similares, sobre todo, si vamos tan bien acompañados como lo fui yo, aquel 9 de julio del 2017, cuando  la efectué felizmente, merced al esmero, tesón y profundo conocimiento de mi querido amigo Rafa.

                                                        Dr. Félix Martín Santos

 

1 Comentario

  1. Félix con qué detalle, precisión y conocimiento describes todos los elementos de la ruta acompañado por tu gran amigo Rafa Navarro gran conocedor y enamorado de estos parajes. Con qué respeto, cariño, ilusión y valoración contempláis su grandeza y nos hacéis partícipes de sus valles, miradores, regatos,
    arroyos o cursos fluviales. Al escucharos nos sentimos inundados de su belleza, colorido y riqueza, percibimos sus olores, caminamos por sus laderas, avistamos sus pueblos y padecemos las dificultades del camino inexplorado. Preciosas las fotografías del Valle de las Quilamas, del Piélago, de Miranda del Castañar, de San Esteban o la de los almeces u hojaranzos cuyas hojas sirven para engordar a los cerdos. Félix muchas gracias por darnos a conocer tantas cosas interesantes e intentar hacer nuestra vida más saludable y feliz.

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