PREVENCIÓN DE INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO con EJERCICIO FÍSICO REGULAR

Correr (jogging) previene infartos

La práctica regular de ejercicio físico aeróbico contribuye a prevenir infartos de miocardio, por reducir la inflamación de bajo grado que genera la arteriosclerosis coronaria

 

  1. Por reducción de aporte coronario
  2. Por aumento excesivo de las demandas de oxígeno
  1. ¿Por qué diseñar estudios de aleatorización mendeliana?
  2. Primer estudio de aleatorización mendeliana que reveló causalidad entre el ejercicio físico y la reducción de infartos
  3. Otro estudio de aleatorización mendeliana
  1. Por su efecto antiinflamatorio: reducción inflamación de bajo grado de las coronarias
  2. Por mejorar la microbiota intestinal
  3. Por prevenir factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes y dislipemia
  4. Por su efecto antiarteriosclerótico por liberar óxido nítrico y mioquinas en las coronarias
  5. Por aumentar el riego o perfusión coronaria

 

INTRODUCCIÓN

La práctica regular de ejercicio físico exhibe un efecto preventivo de infarto agudo de miocardio, auténtica prioridad de salud pública, por su extraordinaria frecuencia, gravedad y coste, por lo que resulta crucial implementar medidas que faciliten la práctica de ejercicio físico por la población.

CONCEPTO DE INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO

Según el consenso ESC 2018 sobre la cuarta definición universal del infarto de miocardio [1], el término infarto agudo de miocardio se debe emplear cuando haya daño miocárdico agudo más isquemia miocárdica aguda.

El daño en el miocardio se identifica por un aumento de marcadores sanguíneos de lesión o necrosis del músculo cardiaco: aumento o caída de troponina cardíaca con, al menos, 1 valor por encima del límite superior de referencia del percentil 99.

La isquemia miocárdica aguda se produce cuando hay una reducción crítica del flujo arterial coronario y, por ende, del oxígeno (hipoxia/anoxia) y nutrientes vitales.

 

¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA ISQUEMIA MIOCÁRDICA AGUDA?

Pues con la presencia de, al menos, una de las siguientes condiciones:

– Síntomas de isquemia miocárdica, como dolor torácico, sobre todo, precordial opresivo, con o sin irradiaciones a extremidades superiores, mandíbula o epigastrio, al hacer esfuerzos o en reposo.

– Cambios isquémicos nuevos en el electrocardiograma (ECG), por ejemplo, elevación del segmento S-T.

– Aparición de ondas Q de necrosis (ECG).

– Evidencia por imagen (ecocardiograma o resonancia magnética) de pérdida de miocardio viable o anomalías regionales de la motilidad (contractilidad) de la pared nuevas siguiendo un patrón compatible con una causa isquémica.

TIPOS DE INFARTOS

Atendiendo al mecanismo productor de la isquemia miocárdica, se han establecido cinco tipos de infartos de miocardio:

El tipo1, debido a enfermedad coronaria aterotrombótica, que suele precipitarse por rotura o erosión de una placa arteriosclerótica, con trombosis

El tipo 2, cuando las demandas de oxígeno del músculo cardiaco no son satisfechas por el correspondiente aporte coronario, no atribuible a rotura aguda de una placa de ateroma.

El tipo 3, cuando los pacientes presentan síntomas típicos de isquemia miocárdica/infarto, acompañados de supuestas alteraciones nuevas en el ECG o fibrilación ventricular, y mueren antes de que se pueda obtener sangre para objetivar alteración de los biomarcadores de lesión cardiaca. O también cuando fallecen antes de que se haya producido un aumento detectable o cuando el IM se detecta por autopsia.

El 4 y el 5 se deben a isquemia/anoxia producida accidentalmente en el curso de procesos de revascularizacíon coronaria, por intervención coronaria percutánea (angioplastia transluminal/stent) o por cirugía de revascularización coronaria (bypass o baipás), respectivamente.

A continuación, vamos a dedicar unas líneas a los tipos 1 y 2 de infarto agudo de miocardio.

INFARTO DE MIOCARDIO TIPO 1

Como antes dijimos, en este tipo de infarto (el clásico) la necrosis isquémica de las células del miocardio (infarto) se debe a arteriosclerosis coronaria severa, complicada con rotura de la placa de ateroma e instauración inmediata de un trombo, que cierra absolutamente la luz de la arteria coronaria implicada, lo que conduce a una interrupción brusca del aporte de sangre y, por ello del oxígeno (anoxia), sin el cual las células no pueden vivir.

Así, los posibles síntomas (hay infartos sin dolor, como frecuentemente acontece en la diabetes) y cambios electrocardiográficos, son una consecuencia del daño irreversible de las células. Así, se vierten a la sangre proteínas contráctiles, como las troponinas cardiacas (cTnI y cTnT), cuya detección es mucho más sensible y específico de muerte o necrosis de las células musculares cardiacas (infarto) que la de otras proteínas (fracción MB de la creatín-fosfoquinasa o CPK).

 FACTORES DE RIESGO DE ARTERIOSCLEROSIS CORONARIA

Recordemos que la arteriosclerosis coronaria es una enfermedad inflamatoria crónica cuyo desarrollo y progresión está vinculado a factores de riesgo modificables. Véase, el tabaquismo activo (menos, el pasivo), hipertensión arterial, dislipemia (aumento de triglicéridos o/y colesterol LDL), diabetes tipo dos, obesidad abdominal. Todos ellos, íntimamente asociados al sedentarismo y a la comida Chatarra, a base de ultraprocesados, con grasas trans y azúcares refinados, como refrescos azucarados.

De ello, podemos colegir, que en la prevención primaria de este proceso resultan cruciales la prevención y tratamiento del tabaquismo, la práctica regular de actividad física, una dieta saludable, a base de productos frescos y de temporada, como los que caracterizan a la Dieta Mediterránea: fruta, verduras, legumbres, pescado, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, entre otros.

INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO TIPO 2

Acontece en situaciones en las que se produce un desequilibrio entre las necesidades de oxígeno del miocardio y el aporte del mismo por las arterias coronarias, sin que la isquemia se deba a rotura de una placa de ateroma y trombosis subsiguiente.

Tal desequilibrio puede atribuirse a una reducción del aporte de sangre al miocardio, debido a múltiples causas:

– Arteriosclerosis coronaria sin rotura de placa.

– Espasmo coronario (cierre de la luz arterial por contracción del músculo liso de la pared).

– Embolia coronaria.

– Disección coronaria con o sin hematoma intramural.

– Disfunción coronaria microvascular (disfunción endotelial).

– Disfunción de las células musculares lisas, entre otras.

 ENFERMEDADES PREDISPONENTES DE INFARTO TIPO 2 POR REDUCCIÓN DEL APORTE CORONARIO

Este tipo de infarto puede surgir en pacientes que sufren concomitantemente otras enfermedades (comorbilidad), que, en un momento dado, contribuyen decisivamente a una severa disminución del aporte de oxígeno al miocardio por las arterias coronarias:

– Bradiarritmia grave (es tan baja la frecuencia cardiaca como para reducir drásticamente el volumen de sangre o volumen minuto).

– Insuficiencia respiratoria con hipoxemia grave (si el oxígeno no se incorpora en los pulmones, por daño broncopulmonar, tampoco pasará del alveolo a la sangre de los capilares pulmonares).

– Anemia grave (si hay muy pocos glóbulos rojos, verdaderos taxistas del oxígeno, éste tampoco llegará al miocardio).

– Hipotensión o shock (sin presión arterial adecuada, la sangre difícilmente podrá progresar hasta los tejidos).

– Insuficiencia cardíaca e insuficiencia renal.

 

INFARTO DE MIOCARDIO TIPO 2 POR AUMENTO DE LAS DEMANDAS DE OXÍGENO

Otras veces, el desajuste entre la oferta y la demanda de oxígeno no se debe a una reducción de la oferta, sino a un aumento desmesurado de la demanda miocárdica de oxígeno:

– En taquiarritmia sostenida (si se mantiene prolongadamente una excesiva frecuencia cardíaca, también se incrementa el trabajo cardíaco y, por ello, las necesidades de oxígeno del músculo cardiaco).

– Por hipertensión grave con o sin hipertrofia del músculo del ventrículo izquierdo.

Es obvio que cualquier medida que resulte efectiva para reducir la incidencia de infarto agudo de miocardio, debe priorizarse, pues, como referí al principio, es un gran protagonista de las enfermedades cardiovasculares, principales causas de enfermar y morir en el mundo [2].

Prevención de infarto de miocardio con ejercicio físico: estudios epidemiológicos demostrativos

A partir de ahora, analizaremos los principales estudios científicos que han revelado un efecto preventivo de infarto agudo de miocardio por parte del ejercicio físico.

Prevención de infarto agudo de miocardio con ejercicio físico: METAANÁLISIS DE ESTUDIOS OBSERVACIONALES PROSPECTIVOS

En agosto del 2011, se publicó (Circulation) un metaanálisis dosis-respuesta de estudios observacionales prospectivos cuyo objetivo principal fue evaluar una asociación entre la actividad física regular y una reducción del riesgo de enfermedad coronaria o cardiopatía isquémica (infarto agudo de miocardio, como gran protagonista de este grupo) [3].

Los investigadores, (Departamento de Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard) apreciaron que los participantes que practicaban una media de 150 minutos semanales de actividad física moderada durante el tiempo libre tenían un 14% menos de riesgo de coronariopatías que los que no efectuaban ejercicio físico. Y llegaron a estas conclusiones tras analizar los 33 estudios prospectivos seleccionados (de un total de 3194 identificados).

Además, observaron que el beneficio era mayor a medida que se prolongaba el tiempo de ejercicio físico moderado, pues cuando alcanzaban los 300 minutos semanales, la reducción del riesgo de enfermedad coronaria fue del 20% (Riesgo relativo, 0,80; Intervalo de confianza 95%: 0,74 a 0,88).

En este clásico metaanálisis llamó la atención que la reducción del riesgo seguía evidenciándose incluso con niveles de actividad inferiores a los mínimos recomendados (150 minutos semanales), con respecto a la inactividad física. En tanto que niveles superiores de ejercicio físico se asociaban con un pequeño incremento adicional del riesgo de sufrir cardiopatía isquémica.

También es preciso destacar que en este metaanálisis se observaron mejores resultados en mujeres.

Estos hallazgos brindan datos cuantitativos que respaldan las pautas de actividad física de los EE. UU. que estipulan que «un poco de actividad física es mejor que nada» y «se obtienen beneficios adicionales con más actividad física«, concluyeron los autores.

Prevención de infarto de miocardio con ejercicio en mujeres jóvenes

Investigadores de las Universidades de Indiana y de Harvard (Escuelas de Salud Pública) alumbraron en julio del 2016 (Circulation) un meritorio estudio prospectivo cuyo objetivo fue averiguar la existencia de una posible asociación inversa entre la práctica regular de ejercicio físico y el riesgo de coronariopatías entre mujeres jóvenes, al igual que la observada en personas mayores y de edad media [4].

Así, tras seguir a 97.230 mujeres, de 27 a 44 años de edad, durante 20 años, observaron una significa reducción del riesgo de cardiopatía isquémica entre las que practicaban actividad física moderada-vigorosa (30 o más METs hora/ semana), con respecto a que se mostraban poco activas (menos de 1 METs hora/semana): un 25% inferior (HR: 0.75; IC 95%: 0.57-0.99).

Obviamente, la mayor reducción del riesgo se apreció entre mujeres físicamente activas  (METs ≥30 horas/semana) con normopeso (índice Masa Corporal: <25 kg/m2), cuando se las comparaba con las sedentarias (METs <1 horas/semana) con obesidad (≥30 kg/m2): un 48% inferior.

Sin embargo, lo más destacable fue apreciar una reducción del riesgo de infartos agudos de miocardio y demás coronariopatías (angina estable o inestable…) entre las mujeres con sobrepeso y obesidad que practicaban ejercicio físico, como caminar rápido. Esto es, la práctica regular de actividad física podría reducir el riesgo de estos procesos cardiovasculares incluso entre mujeres obesas.

En consecuencia, los autores concluyeron su investigación como sigue: “Estos datos prospectivos sugieren que el volumen total de actividad física en el tiempo libre se asocia con un menor riesgo de coronariopatías entre mujeres jóvenes. Además, esta asociación no fue modificada por el peso, enfatizando los beneficios de la práctica de actividad física en mujeres con sobrepeso y obesidad”.

ESTUDIO PROSPECTIVO COMUNITARIO EN POBLACIÓN CHINA

En agosto del 2017, se publicó (JAMA Cardiology) un estudio de cohorte poblacional que reveló un efecto cardiovascular protector por parte de la actividad física ocupacional y, sobre todo, recreativa [5]. La muestra de personas analizada fue muy notable: 487.334 personas de 10 zonas de China (5 urbanas y 5 rurales), de 51 años de media (el 59%, mujeres),

Así, tras unos 10 años de seguimiento, apreciaron que cada hora de caminata diaria a buen ritmo (4 MET-h/d) se asoció con un 9% de reducción del riesgo de sufrir infarto agudo de miocardio, así como con una disminución del 12% de muerte por enfermedades cardiovasculares. Además, también apreciaron reducciones del riesgo de desarrollar infarto y hemorragias cerebrales (5% y 6%, respectivamente, por cada hora de andar rápido).

Prevención de infarto de miocardio con ejercicio: ESTUDIO PROSPECTIVO INTERNACIONAL (PURE)                

El estudio PURE (Lancet, 21-09-20179), un estudio de cohorte prospectivo, multicéntrico y multinacional, también cosechó resultados fructíferos para los amantes de la actividad física. En esencia, reveló una asociación entre una mayor actividad física recreativa y no recreativa con un menor riesgo de morbilidad y mortalidad por enfermedades cardiovasculares, independientemente del nivel de renta del país analizado [6].

Efectivamente, los autores quisieron averiguar si el efecto preventivo de enfermedades cardiovasculares, observado en estudios observacionales, en poblaciones de altos ingresos, donde la actividad física es predominantemente lúdica, podría también apreciarse en países de bajos ingresos económicos, donde el ejercicio físico es predominantemente no recreativo.

Para ello, se procedió a evaluar tal asociación en 130.000 personas (35 a 70 años) pertenecientes a 17 países de rentas muy variables, desde las más altas a las más bajas (Canadá, Suecia, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Polonia, Turquía, Malasia, Sudáfrica, China, Colombia, Irán, Bangladesh, India, Pakistán y Zimbabwe).

De forma que, tras un seguimiento de 7 años, se observó una reducción significativa de la morbilidad y la mortalidad por infarto agudo de miocardio, infarto cerebral e insuficiencia cardiaca entre los que practicaron actividad física moderada (600-3000 MET × minutos o 150-750 minutos por semana) y vigorosa (>3000 MET × minutos o >750 minutos por semana): 20% y 35%, respectivamente, con respecto a los menos activos físicamente (<600 equivalentes metabólicos [MET] × minutos por semana o <150 minutos por semana de actividad física de intensidad moderada).

Los citados beneficios cardiovasculares se apreciaron igualmente en los participantes de los países de renta alta, media y baja, tanto con actividad física recreativa como no recreativa.

Además, se comprobó que la fracción atribuible poblacional de mortalidad cardiovascular por no cumplir con las recomendaciones internacionales de ejercicio físico moderado y vigoroso fue muy relevante: 8% y 13%, respectivamente. ¡Ojo! Estos son las proporciones o porcentajes de muertes que podrían evitarse mediante la práctica regular del ejercicio físico aconsejado.

En esta investigación también se comprobó una relevante fracción atribuible poblacional de infartos de miocardio por no adherirse a las recomendaciones de ejercicio físico moderado y vigoroso citado: 4,6% y 9,5%, respectivamente.

Tanto la actividad física recreativa como la no recreativa se asociaron con beneficios.

Una mayor actividad física recreativa y no recreativa se asoció con un menor riesgo de mortalidad y de eventos cardiovasculares (infartos) en individuos de países de ingresos bajos, medianos y altos. El aumento de la actividad física es una estrategia global simple, ampliamente aplicable y de bajo costo que podría reducir las muertes y las ECV en la mediana edad”, destacaron los autores.

prevención infarto de miocardio mediante ejercicio físico aeróbico, como el ciclismo

Prevención infarto de miocardio por el ejercicio físico: el ciclismo es un ejemplo de actividad física aeróbica que puede reducir el riesgo de infarto de miocardio, merced a su capacidad de disminuir la inflamación de bajo grado que opera en la arteriosclerosis coronaria, causante de infarto y otras coronariopatías.

Prevención de infarto de miocardio con ejercicio: ESTUDIOS EXPERIMENTALES        

RIGOR CIENTÍFICO

Los estudios experimentales ofrecen resultados más fidedignos porque todos los participantes tienen la misma oportunidad de pertenecer al grupo de intervención (los que practican actividad física) como al grupo control (los que no alcanzan los mínimos de ejercicio físico recomendado). Para ello, se les asigna  a uno u a otro grupo mediante técnicas de aleatorización (el azar evita sesgos de selección). Además, el estudio se inicia con personas sin procesos cardiovasculares, al igual que en los estudios observacionales prospectivos o de cohortes.

El mayor problema de estos estudios es la dificultad de seguir a una muestra representativa de personas durante un tiempo prolongado.

ESTUDIO COMUNITARIO “PAS A PAS”

Entre estos estudios destaca el ensayo comunitario “Pas a Pas”, una Intervención comunitaria multicéntrica, aleatorizada y controlada que involucró a 364 pacientes en cuatro centros de atención primaria (Reus, Tarragona),1publicado en junio del 2017 (BMC Public Health) [7].

Los participantes (65.19 años, de media; 76,8%, mujeres) fueron asignados aleatoriamente a dos grupos: el de intervención, que incluyó 260 personas; y el control, que contó con 104 participantes.

La intervención consistió en 120 min/semana de caminata (396 METs/min/semana) y reunión sociocultural una vez al mes.

La historia clínica, la actividad física, la dieta seguida, los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares (tabaquismo, presión arterial sistólica y diastólica, peso, circunferencia de la cintura, IMC, colesterol total, colesterol LDL y HDL, triglicéridos, hemoglobina glicosilada y glucosa) y el riesgo global de procesos cardiovasculares se evaluaron al inicio y al final de la intervención (se aplicaron modelos multivariados a los datos).

La incidencia de eventos cardiovasculares adversos y la adherencia continua a la actividad física se evaluaron 2 años después de la intervención.

Pues bien, los investigadores responsables, Victoria Arija y colegas, (Facultad de Medicina de la Universitat Rovira i Virgili, Reus, Tarragona, Unidad de Apoyo a la Investigación Reus-Tarragona, Institut d’Investigació en Atenció Primária, IDIAP Jordi Gol, Barcelona, España…) también obtuvieron boyantes resultados.

Así, observaron que los participantes del grupo de intervención, que aumentaron significativamente su nivel de actividad física (774,81 MET/min/semana), se beneficiaron con un descenso de ciertos factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial y la dislipemia. Concretamente, la presión arterial sistólica se redujo 6,6 mm Hg, en tanto que el colesterol total y el colesterol LDL también disminuyeron (10,12 mg/dL y 9,05 mg/dL, respectivamente) con respecto a los del grupo control, incluso después del ajuste por posibles factores de confusión.

Además, a los dos años de la intervención, la adherencia a la actividad física regular fue mayor (72,8% vs 27,2%) en los que siguieron la intervención, con respecto a los del grupo control, y, acorde con ello, la incidencia de eventos cardiovasculares adversos fue significativamente menor (2,5% vs. 10,5%) en los primeros en comparación con los segundos, los del grupo control.

Este programa de actividad física basado en la comunidad mejoró la salud cardiovascular a corto y medio plazo, y promovió la actividad física regular a medio plazo en adultos mayores españoles”, concluyeron los autores del estudio.

Aunque más estudios experimentales han revelado un efecto protector cardiovascular por parte de la actividad física [8,9], otros no han logrado demostrarlo [10,11], por lo que es preciso disipar ciertas dudas, para lo cual podrían valer los estudios de aleatorización mendeliana, que, a continuación, veremos.

Prevención de infarto de miocardio con ejercicio: ESTUDIOS DE ALEATORIZACIÓN MENDELIANA

Si bien es cierto que muchos estudios observacionales prospectivos han revelado una asociación entre la práctica regular de actividad física y una reducción del riesgo de infartos agudos de miocardio, paradigma de coronariopatías o cardiopatía isquémica, resulta complejo disipar absolutamente la sospecha de confusión y causalidad inversa (al menos, en algunos). Incluso a pesar de los esfuerzos por controlar las variables de confusión que pudieran influir en los resultados por otros mecanismos.

¿POR QUÉ DISEÑAR ESTUDIOS DE ALEATORIZACIÓN MENDELIANA?

Para eludir ambos obstáculos, se han desarrollado, en los últimos años, los estudios de aleatorización mendeliana, que, aunque tampoco están absolutamente exentos de errores o sesgos, al emplear variaciones genéticas como variables instrumentales, tienen mayor capacidad para evitar las citadas variables de confusión (los alelos se asignan aleatoriamente de padres a hijos) y la causalidad inversa (los genotipos que se fijan en la formación del cigoto no podrían verse afectados por enfermedades).

Aunque para ello, deben cumplirse tres supuestos o requisitos: primero, las variantes genéticas deben estar asociadas con la actividad física; segundo, no deben asociarse con ningún factor de confusión; tercero, las variantes genéticas ejercen efectos sobre el resultado sólo a través de la actividad física, no a través de otras vías. Veamos algunos.

PRIMER ESTUDIO DE ALEATORIZACIÓN MENDELIANA QUE REVELÓ CAUSALIDAD ENTRE EL EJERCICIO FÍSICO REGULAR Y LA REDUCCIÓN DE INFARTOS DE MIOCARDIO

En mayo del 2020 se publicó el primer estudio de aleatorización mendeliana (de dos muestras) que demostró causalidad en la asociación entre la actividad física regular y una reducción del riesgo de infarto agudo de miocardio, aunque sólo practicando actividad física vigorosa [ 12], esto es, la que hace que los participantes suden o respiren con dificultad, como ciclismo rápido, ejercicios aeróbicos y levantamiento de pesas [13].

Efectivamente, los autores del estudio, Zhenhuang Zhuang y colegas (Universidad de Pekín, China) obtuvieron resultados fructíferos para los amantes del ejercicio físico, dado que la actividad física vigorosa, predicha genéticamente, se asoció causalmente con una relevante reducción del riesgo de coronariopatías y de infarto agudo de miocardio: 35% (OR: 0,65; IC 95%: 0,47-0,90) y 26% OR: 0,74; IC 95%: 0,59-0,93; P  = 0,010), respectivamente. En cambio, no apreciaron causalidad en la asociación inversa entre la actividad física y el accidente cerebrovascular observada en estudios observacionales.

Tras seleccionar tres publicaciones que informaron sobre estudios de asociación del genoma completo (GWAS) realizados para cuatro factores de estilo de vida [ 13-15], identificaron 9 polimorfismos de un solo nucleótido (SNP) con actividad física moderada-vigorosa, 5 SNP con actividad física vigorosa, 4 SNP con conductas sedentarias y 7 SNP con la duración del sueño (fuerte asociación para la significancia en todo el genoma).

Para la otra variable, los resultados de la enfermedad, extrajeron los datos de varios consorcios genéticos ( Coronary ARtery DIsease Genome wide Replication and Meta-analysis (CARDIoGRAM), el consorcio de Coronary Artery Disease (C4D) Genetics (CARDIoGRAMplusC4D), merced a los cuales contaron con 60.801 casos de coronariopatías y 123.504 controles, en tanto que para infarto agudo de miocardio dispusieron los datos de 43676 casos y de 128197 controles), respectivamente [16 ].

Prevención de infarto agudo de miocardio con ejercicio físico: OTRO ESTUDIO DE ALEATORIZACIÓN MENDELIANA

El 29 de septiembre del 2021 se publicó (Frontiers in Cardiovascular Medicine) otro estudio de aleatorización mendeliana que también reveló una asociación causal entre la actividad física vigorosa y una reducción del riesgo de infarto de miocardio [17 ].

En este caso, los autores de la investigación, Chengui Zhuo y colegas (Universidades de Taizhou y Zhegiang, China) dispusieron de estudios de asociación del genoma completo (GWAS) del Biobanco del Reino Unido, sobre cuatro fenotipos de actividad física (moderada a vigorosa autoinformada, actividad física vigorosa autoinformada, más dos con acelerómetro) y enfermedades cardiovasculares.

Concretamente, se determinó la actividad física autoinformada de 377 234 participantes durante el trabajo y el tiempo libre a través de un cuestionario de pantalla táctil similar al Cuestionario Internacional de Actividad Física [18 ].

En tanto que la medición de la actividad física basada en acelerómetro se obtuvo en 91000 participantes, mediante un acelerómetro triaxial (Axivity-AX3) en la muñeca, durante 7 días [19]. Se eligió el valor de corte de 425 mg porque corresponde a un nivel equivalente de actividad física vigorosa.

Pues bien, tras utilizar el correspondiente aparato estadístico (aleatorización mendeliana ponderada de varianza inversa y multivariable, análisis de sensibilidad…), se comprobó que el ejercicio físico vigoroso autoinformado, predicho genéticamente, se asoció significativamente con un menor riesgo de infarto de miocardio: un 76% inferior (OR: 0,24, IC del 95 %: 0,08–0,68, valor de p : 0,007).

Además, tal efecto causal fue sólido después de ajustar varios factores de riesgo cardiovascular (tabaquismo, diabetes, dislipemia, entre otros), mediante el uso de la AM multivariable. En cambio, no hubo asociaciones causales aparentes entre la actividad física y otras enfermedades cardiovasculares.

Tampoco apreciaron que la actividad física moderada a vigorosa se asociara causalmente con una reducción del riesgo de infarto agudo de miocardio, quizá porque, para ello, se requieran mayores niveles de actividad física.

Más raro parece la ausencia de asociación causal entre la actividad física vigorosa objetivada con acelerómetro y la citada disminución del riesgo de infarto. No obstante, los autores creen que pudiera deberse a que sólo se registró durante 7 días, además, de que la mayoría de los participantes que lo utilizaron fueron mujeres, de mayor nivel socioeconómico y mejor estado de salud, lo que puede ser causa de sesgos de selección. Sin soslayar que formaron parte de una muestra muy inferior a los de la actividad física autoinformada (91000 frente a 377 234).

Aunque los dos estudios de aleatorización mendeliana analizados revelan una inequívoca asociación causal entre la actividad física vigorosa y una disminución del riesgo de infarto de miocardio, otro, publicado en octubre del 2021, no llegó a demostrarlo. [20].

De todas formas, parece muy sólida y rigurosa la literatura científica que está revelando un notable efecto cardiovascular protector por parte de la actividad física, sobre todo, de reducción del riesgo de infarto agudo de miocardio: estudios observacionales prospectivos, estudios experimentales y estudios de aleatorización mendeliana.

 

¿POR QUÉ EL EJERCICIO FÍSICO REGULAR PUEDE PREVENIR INFARTOS AGUDOS DE MIOCARDIO?

POR REDUCIR LA INFLAMACIÓN DE BAJO GRADO DE LA ARTERIOSCLEROSIS

Si consideramos que el infarto agudo de miocardio tipo 1, se debe a arteriosclerosis coronaria severa (con rotura de placa y formación de un trombo obstructivo), paradigma de enfermedad inflamatoria crónica, podríamos inferir que el efecto preventivo exhibido por la actividad física regular sería atribuible, en gran parte, a sus reconocidos efectos antiinflamatorios.

Todo ello, merced a una serie de hechos:

– Incrementa la producción de mioquinas (hormonas musculares) antiinflamatorias sistémicas. (22)

– Regula favorablemente factores de transcripción, que activan genes implicados en la síntesis de enzimas antioxidantes, como el factor nuclear eritroide 2. (21)

– Muestra un efecto antiobesigénico, con significativo incremento de la pérdida de peso corporal, evitando la eclosión y mantenimiento de marcadores proinflamatorios [23].

Acorde con lo anterior, el ejercicio físico se asocia con un aumento de la concentración sanguínea de enzimas antioxidantes, como la catalasa (en torno a un 28%), superóxido dismutasa (74,5% de aumento) y glutatión peroxidasa (41% de incremento) [24].

POR MEJORAR LA MICROBIOTA INTESTINAL

Además, el ejercicio físico regular actúa favorablemente en la microbiota intestinal, aumentando su diversidad y riqueza, así como contribuyendo a incrementar la concentración de bacterias de perfil antiinflamatorio con respecto a las proinflamatorias. De esta suerte,  protege el eje intestino-corazón. [2529].

POR PREVENIR FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR: HIPERTENSIÓN, DAIBETES Y DISLIPEMIA

Por otra parte, también contribuiría al efecto cardiovascular protector del ejercicio físico, su efecto preventivo de ciertos factores de riesgo de procesos cardiovasculares, como la diabetes tipo II y la hipertensión arterial, como en su momento, analizamos en sendos artículos de este blog (3 de diciembre del 2020 y 2 de enero 2020, respectivamente).

POR SU EFECTO ANTIARTERIOSCLERÓTICO POR LIBERAR ÓXIDO NÍTRICO Y MIOQUINAS EN CORONARIAS

También se ha postulado que el ejercicio aeróbico puede inducir una adaptación antiarteriosclerótica de la estructura y función vascular, mediante la liberación de óxido nítrico y mioquinas en las arterias coronarias, que se expanden con el movimiento [30].

POR AUMENTAR EL RIEGO O PERFUSIÓN CORONARIA

Otro posible mecanismo que ayudaría a entender el efecto preventivo de infarto agudo de miocardio por parte del ejercicio físico, tiene que ver con su capacidad de aumentar el riego o perfusión del miocardio, a través de las arterias coronarias colaterales (reserva coronaria), lo que no solo mejora el flujo sanguíneo al corazón, sino que también protege contra arritmias graves mediante la mejora del equilibrio autonómico cardíaco [30].

Prevención de infarto agudo de miocardio con ejercicio físico: CONCLUSIONES

A la luz de los conocimientos científicos actuales, la práctica regular de ejercicio físico exhibe un significativo efecto preventivo de infarto agudo de miocardio. Así, la protección cardiovascular de la actividad física, apreciada en estudios observacionales prospectivos, se ha confirmado en estudios experimentales y de aleatorización mendeliana.

También se ha comprobado una relación dosis-respuesta: a mayor ejercicio físico, menos riesgo de coronariopatías. Incluso las personas con sobrepeso y obesidad que practican ejercicio físico se benefician de una reducción del riesgo de infarto agudo de miocardio, cuando se las compara con obesos que no lo efectúan.

Los efectos antiinflamatorios y antioxidantes, inherentes a la práctica de ejercicio físico, resultan cruciales para reducir la inflamación de bajo grado que opera en la arteriosclerosis coronaria, causante de los infartos de miocardio.

En realidad, tales efectos antiinflamatorios, antioxidantes y reparadores de anomalías del ADN de la actividad física, contribuyen a reducir el riesgo de desarrollar las principales causas de enfermar y morir en el mundo: las enfermedades crónicas no comunicables.

También sabemos que la práctica regular de ejercicio físico se asocia con una reducción de la tasa de muerte total y específica. De igual forma, una buena adherencia a una dieta mediterránea y el consumo regular de café se asocian con una reducción de la tasa de muerte por todas las causas. Precisamente, en este blog veremos numerosos artículos o entradas que versarán sobre las bondades de estos tres estilos de vida. Todos ellos, capaces de incrementar nuestro nivel de salud en su triple dimensión: física, mental y social.

 Dr. Félix Martín Santos

 

  BIBLIOGRAFÍA:

1. Consenso ESC 2018 sobre la cuarta definición universal del infarto de miocardio. Kristian Thygesen (Dinamarca), Joseph S. Alpert (Estados Unidos), Allan S. Jaffe (Estados Unidos), Bernard R. Chaitman (Estados Unidos), Jeroen J. Bax (Países Bajos), David A. Morrow (Estados Unidos), Harvey D. White (Nueva Zelanda); Grupo Ejecutivo en representación del Grupo de Trabajo de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC)/American College of Cardiology (ACC)/American Heart Association

(AHA)/World Heart Federation (WHF) para la Definición Universal del Infarto de Miocardio. Rev Esp Cardiol. 2019;72(1):72.e1-e27.

2. Collins DR, Tompson AC, Onakpoya IJ, Roberts N, Ward AM, Heneghan CJ. Evaluación del riesgo cardiovascular global en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular en adultos: revisión sistemática de revisiones sistemáticas. Abierto BMJ. 2017;7:e013650.

3. 2011 Aug 16;124(7):789-95. doi: 10.1161/CIRCULATIONAHA.110.010710. Epub 2011 Aug 1. Dose response between physical activity and risk of coronary heart disease: a meta-analysis. Jacob Sattelmair , Jeremy Pertman, Eric L Ding et al.

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4 Comentarios

  1. Querido Felix, sin duda la combinación de ejercicio fisico, dieta mediterránea y café de especialidad, no solo contribuyen al bienestar físico sino al emocional. Dicen que somos lo que comemos y lo que pensamos y la actividad física sin duda es un estímulo para comer bien y pensar bien.
    Un abrazo

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    • Muchísimas gracias Javier por analizar y valorar este artículo. Como bien dices, la práctica regular de ejercicio físico, una buena adherencia a una dieta mediterránea y el consumo regular de café contribuyen a elevar el nivel de salud en su triple dimensión: física, mental y social. Multitud de estudios científicos lo están revelando.
      Un fuerte abrazo

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  2. Félix gracias por darnos a conocer y animarnos a llevar un tipo de vida saludable fundamentada en tres pilares esenciales: ejercicio físico regular, Dieta Mediterránea y consumo de café, al tiempo que señalas los perjuicios del sedentarismo, tabaquismo y consumo de azúcares.
    Espléndidas las conclusiones finales que aporta la actividad física regular confirmadas por estudios observacionales prospectivos, experimentales y de aleatorización mendeliana. Con todo ello nos ayudas a poner en práctica y a disfrutar de los beneficios que conlleva el ejercicio físico regular. Gracias por ser incansable y riguroso en tu trabajo y cuidar con todo esmero y generosidad de nuestra salud

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    • Pues sí, apreciada Inmaculada, la práctica regular de ejercicio físico es un estilo de vida altamente saludable, pues contribuye decisivamente a incrementar nuestra esperanza de vida en buena salud. En los siguientes escalones del pódium de los estilos de vida más saludables se hallan una buena adherencia a la dieta mediterránea y el consumo regular de café. Todos ellos se asocian a una reducción de las tasas de mortalidad total y específica por las principales causas de enfermar y morir en el mundo.

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