Prevención de demencia por el ejercicio físico

Prevención de demencia por el ejercicio físico: la práctica de ejercicio físico aeróbico según las recomendaciones internacionales contribuye a reducir el riesgo de demencia, por su capacidad de potenciar la neurogénesis y plasticidad cerebral, entre otros efectos. Además, mejora la función cognitiva y la calidad de vida de las personas que ya sufren demencia.
- Introducción
- Importancia del deterioro cognitivo y de demencia asociados al envejecimiento
- Factores de riesgo modificables de demencia
- ¿El ejercicio físico aeróbico puede realmente frenar o prevenir el deterioro del intelecto y la enfermedad de Alzheimer?
- Prevención de demencia por el ejercicio físico: estudio CAIDE (Rovio y cols, 2005, Finlandia)
- Efecto preventivo de demencia por el ejercicio físico: estudios prospectivos sueco (2008) y finlandés (2015)
- Metaanálisis de estudios observacionales prospectivos de autoría inglesa (2009)
- Prevención de demencia por el ejercicio físico: metaanálisis de estudios prospectivos de autoría española (2016)
- Metaanálisis dosis-respuesta de estudios observacionales prospectivos (2017)
- Efecto protector de demencia y de enfermedad de Alzheimer exhibido por el ejercicio físico: metaanálisis de estudios observacionales de autoría finlandesa (junio 2022)
- Actividades de ocio y riesgo de demencia: revisión sistemática y metaanálisis (octubre 2022)
- Prevención de demencia por el ejercicio físico: hipótesis plausibles
- Liberación de una jaula dogmática
- Hallazgos esperanzadores
- Potenciación de la neurogénesis y plasticidad cerebral por el ejercicio físico
Introducción
La prevención de demencia por el ejercicio físico no es una quimera, sino que está avalada por rigurosos estudios científicos. Los cuales están revelando que el efecto preventivo del ejercicio físico se extiende a todas las causas de demencia, incluyendo la enfermedad de Alzheimer y la de origen vascular.
Es más, sabemos la actividad física aeróbica es capaz de promover la regeneración de las células nerviosas que van muriendo a medida que envejece el cerebro humano. Potenciando, pues, un fenómeno natural, hasta hace poco impensable: la capacidad reparadora y regeneradora del sistema nervioso, especialmente en el hipocampo. Un área ubicada en la parte más interna del lóbulo temporal de nuestro cerebro, que tiene que ver con la memoria, la atención y el aprendizaje.
Una buena adherencia a la dieta mediterránea también parece exhibir un efecto de demencia, como vimos en otro artículo de este blog.
Importancia del deterioro cognitivo y de demencia asociados al envejecimiento
El progresivo envejecimiento de las poblaciones humanas se asocia a una reducción de la capacidad mental (cognitiva). Que incluso en grados menores reduce la calidad de vida de los afectados, a pesar de no reducir su independencia y autonomía. Cuando el deterioro es más intenso y devastador, surgen las temibles demencias, de las que la enfermedad de Alzheimer es la más prevalente.
La importancia de las enfermedades neurodegenerativas se debe a una serie de hechos: su alta frecuencia, en claro ascenso; su alta mortalidad; el gran descenso de la esperanza de vida en buena salud que comportan; el excesivo coste personal, familiar y social que conllevan.
Factores de riesgo modificables de demencia
Sabemos que, cuando menos, el 40% de los casos de demencia podrían prevenirse si controláramos o evitáramos los principales factores de riesgo modificables. Que más vale que los identifiquemos y evitemos porque en este momento en el mundo hay unos 50 millones de personas con demencia, cifra que se triplicará en el 2050. (1)
Algunos factores de riesgo empiezan a operar en la vida temprana, como la escasa educación, que aporta poca reserva cognitiva en la infancia y adolescencia. Otros se establecen en la mediana edad, como la hipertensión, obesidad, pérdida de audición, lesión cerebral traumática y abuso de alcohol. A estos se van sumando otros: tabaquismo, depresión, inactividad física, aislamiento social, diabetes y contaminación del aire.
La evidencia es muy sólida para todos estos factores de riesgo, aunque algunos factores de la vejez, como la depresión, posiblemente tengan un impacto bidireccional y también sean parte del pródromo de demencia. No olvidemos que esta enfermedad neurodegenerativa empieza a desarrollarse décadas antes de manifestarse clínicamente.
¿El ejercicio físico aeróbico puede realmente frenar o prevenir el deterioro del intelecto y la enfermedad de Alzheimer?
Desde hace más de tres lustros se están publicando estudios epidemiológicos observacionales y, algunos, experimentales que están revelando que la práctica regular de ejercicio físico, preferentemente aeróbico, es capaz de frenar, enlentecer e incluso prevenir tanto el deterioro del intelecto asociado al envejecimiento del ser humano. Así como el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como las demencias, en general, y la enfermedad de Alzheimer, en particular, causa más frecuente de demencia.
Aunque no existen medicamentos para detener o revertir el proceso de demencia, las intervenciones sobre estilos de vida modificables en la mediana edad pueden ayudar a retrasar o prevenir las demencias.
A continuación, vamos a analizar los principales estudios observacionales prospectivos y metaanálisis de los mismos que están constatando un efecto preventivo de demencia por el ejercicio físico. Empezaremos por los estudios finlandeses, de Rovio y colegas.
Prevención de demencia por el ejercicio físico: estudios epidemiológicos
Estudio CAIDE (Rovio y cols, 2005, Finlandia)
El CAIDE ( Finnish Cardiovascular risk factors, Aging and Dementia) valora la asociación entre factores de riesgo cardiovascular y el mantenimiento del intelecto (cognición), demencia y cambios estructurales cerebrales. (2)
Método y resultados
Para ello, los autores, Rovio y cols, contaron con la participación de 1449 personas de una edad media de 50 años al inicio del estudio (1972). Durante los 21 años de seguimiento se diagnosticaron 117 casos de demencia (D) y 76 sufrieron enfermedad de Alzheimer (EA).
Obviamente, emplearon un riguroso aparato estadístico (regresión múltiple), con control de las clásicas variables de confusión. Esto es, la edad, el sexo, nivel cultural, enfermedades vasculares, tabaquismo, alcohol y el APOE epsilon4, un genotipo que parece incrementar el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
Así, comprobaron que la actividad física durante el tiempo libre, al menos dos veces por semana, se asoció con una notable reducción del riesgo de demencia y de enfermedad de Alzheimer: un 52% y un 62% respectivamente.
Al final, estos autores concluyen su estudio afirmando lo siguiente: “La actividad física realizada durante el tiempo libre, en la edad media de la vida, se asocia con una reducción del riesgo de demencia (D) y de enfermedad de Alzheimer (EA) décadas más tarde. El ejercicio físico regular puede reducir el riesgo o retrasar el comienzo de D y de EA, especialmente entre personas genéticamente susceptibles, como los portadores del APOE”. (2,3)
Hipótesis esgrimidas por estos autores
Pues pensaron que los sujetos que practican actividad física en la edad media de la vida tienden a poseer una mayor sustancia gris cerebral y un mayor volumen de su cerebro. (4) También sugirieron que el ejercicio físico interviene en ciertos mecanismos moleculares y celulares que influyen favorablemente en la plasticidad cerebral y en el mantenimiento de la función cognitiva. Como luego veremos en el apartado de hipótesis más plausibles, estos autores no estaban muy desencaminados con lo que actualmente está revelando la investigación científica.
Efecto preventivo de demencia por el ejercicio físico: estudios prospectivos sueco (2008) y finlandés (2015)
Pocos años más tarde de estas primeras publicaciones, el grupo sueco de Andel y colegas (enero del 2008), publicaron los resultados obtenidos en su estudio prospectivo.
Concretamente, siguieron a 3134 gemelos suecos, nacidos durante el año 1926, durante 30 años. A los cuales evaluaron su nivel de actividad física en la edad media de su vida (una media de 48 años). Mientras que su estado mental lo evaluaron cuando tenían una media de 80 años. Tras este seguimiento de unos 30 años,
De esta forma, comprobaron que tanto el ejercicio físico ligero (pasear) como el más vigoroso (práctica regular de diversos deportes) reducían el riesgo posterior de demencia, en un porcentaje superior al 60%. (5)
Unos años más tarde (2015), fueron confirmados estos resultados por otro grupo escandinavo, el de Tolppanen y colegas, quienes utilizaron la misma cohorte del estudio CAIDE. Aunque durante más tiempo de seguimiento (de 21 a 28 años).
Observaron que las personas que se muestran sedentarias (sólo practicaban actividad física unas pocas veces al año) tenían un 40% más de riesgo de desarrollar demencia cuando se las comparaba con las que efectuaban ejercicio físico con más frecuencia: dos a tres veces por semana o, incluso, más. (6)
Obviamente, durante los siguientes años se han seguido publicando estudios prospectivos de relieve. Así como metaanálisis de los mismos que analizaremos en las siguientes líneas. Todos ellos constatando un efecto preventivo de demencia por el ejercicio físico.
Metaanálisis de estudios observacionales prospectivos de autoría inglesa (2009)
En enero del 2009 se publicó una revisión sistemática de estudios prospectivos que valoraron la asociación de la actividad física con el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Véase, demencia, enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson.
Los autores de este metaanálisis, Hamer y Chida (Londres) analizaron 16 estudios prospectivos, publicados desde 1999 hasta el 2007, que aportaron 13.771 participantes mentalmente sanos al inicio de los mismos. A lo largo de los correspondientes periodos de seguimiento se diagnosticaron 3219 casos de enfermedades neurodegenerativas.
Pues bien, observaron que las personas que practicaron los mayores niveles de actividad física comparadas con las que se ejercitaron menos se beneficiaron de significativas reducciones del riesgo de desarrollar demencia, enfermedad de Alzheimer y enfermedad de Parkinson: 28%, 45% y de un 18%, respectivamente.
“Nuestros resultados sugieren que la actividad física se asocia inversamente con el riesgo de demencia. Futuros estudios deberán evaluar la dosis óptima de actividad física capaz de inducir protección neurológica, pues en el momento presente se desconoce”, afirman en las conclusiones finales. (7)
Posteriormente, durante el año 2016 se publicaron notables revisiones científicas que volvieron a confirmar la prevención de demencia y enfermedad de Alzheimer por el ejercicio físico aeróbico practicado regularmente. Así sucedió con la revisión finlandesa efectuada por Jenni Kulmala11 y, sobre todo, por el excelente metaanalísis publicado por investigadores españoles. Analicemos más profundamente este último.
Prevención de demencia por el ejercicio físico: metaanálisis de estudios prospectivos de autoría española (2016)
En agosto del 2016 se publicó (Mayo Clinic Proceedings) un análisis de los artículos científicos publicados hasta febrero del 2016, cuyo objetivo principal fue valorar la asociación entre la actividad física aeróbica y la enfermedad de Alzheimer. (8)
Método
Los responsables del estudio, el grupo liderado por Alejandro Lucía (Universidad Europea de Madrid), establecieron unos estrictos criterios de selección, que se aplicaron en tres filtros sucesivos.
De esta forma, los 24 artículos analizados en una inicial revisión se redujeron a 10 en un primer metaanálisis. Después, dejaron sólo 5 artículos, en un segundo metaanálisis, reuniendo una muestra total de 23.345 individuos.
En estos últimos se especificó el nivel de actividad física, según las guías internacionales (la de OMS, Departamento de Salud de USA, Colegio Americano de Medicina Deportiva, …). Esto es, un mínimo de 75 minutos de ejercicio vigoroso a la semana, como correr (running). En su defecto, valdrían 150 minutos semanales de ejercicio moderado, como pasear rápido (de 20 a 30 minutos la mayoría de los días de la semana).
Resultados
Los resultados de este metaanálisis son concordantes con gran parte de los obtenidos en estudios prospectivos y metaanálisis previos. Dado que las personas mayores (de 70 a 80 años) que practicaron ejercicio físico regular, durante al menos los cinco años previos, se beneficiaron de una reducción del 40% del riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer. Evidentemente, cuando eran comparados con los que se mostraban sedentarios o no llegaban a tal nivel de ejercicio físico.
“Creemos que estos resultados abogan a favor de la práctica regular de actividad física, a fin de reducir la incidencia de enfermedad de Alzheimer, la cual está aumentando paralelo al progresivo envejecimiento de la población mundial. Además, así se podría empezar a revertir la pandemia de sedentarismo, al que se abandona un tercio de la población mundial”, argumentaron los autores de este estudio.
Metaanálisis dosis-respuesta de estudios observacionales prospectivos (2017)
Un año más tarde, se publicó el primer metaanálisis de estudios prospectivos que tuvo por objeto valorar una relación dosis-respuesta en la asociación entre el ejercicio físico recreativo (tiempo libre) y la demencia. (9)
Los autores (universidades chinas) buscaron estudios prospectivos (PubMed, EMBASE, Ovid, Biblioteca Cochrane) publicados desde el 1 de enero de 1995 hasta el 15 de octubre de 2016.
Tras la búsqueda correspondiente seleccionaron 16 estudios prospectivos que evaluaron la asociación entre ejercicio físico y diversos tipos de demencia para el análisis primario. Esto es, 15 de demencia por todas las causas (10 de Europa, 4 EEUU y 1 de África), 8 de enfermedad de Alzheimer (EA) y 4 de demencia vascular (DV). Además de cinco estudios para el análisis dosis-respuesta (4 de DTC y 4 de DV).
Las muestras analizadas fueron representativas, verbigracia, 37 436 participantes para evaluar la asociación dosis-respuesta entre el ejercicio físico y la demencia por todas las causas.
Durante el seguimiento (3–31,6 años) se diagnosticaron 1337 casos de enfermedad de Alzheimer, al menos 2665 de demencia por todas las causas y 343 de demencia vascular.
Pues bien, el análisis principal mostró una tendencia dosis-respuesta entre el ejercicio físico lúdico y la demencia por todas las causas y la enfermedad de Alzheimer. Aunque no para la demencia vascular.
Específicamente, por cada aumento de 500 kcal o 10 MET-h por semana, hubo, en promedio, una disminución del 10 % y 13 % en el riesgo de demencia por todas las causas y por enfermedad de Alzheimer, respectivamente.
“Informamos, por primera vez, de la existencia de una relación dosis-respuesta entre el ejercicio físico recreativo y la demencia, lo que respalda aún más el nivel de actividad física recomendado en las guías internacionales para prevenir la demencia”, concluyeron los investigadores.
Efecto protector de demencia y de enfermedad de Alzheimer exhibido por el ejercicio físico: metaanálisis de estudios observacionales de autoría finlandesa (junio 2022)
En junio del 2022 se publicó un metaanálisis de estudios observacionales sobre la prevención de demencia por el ejercicio físico con el propósito loable de evitar la causalidad inversa. Para lo cual analizaron estudios prospectivos de larga duración, algunos de más de 20 años de seguimiento, con sujetos en la edad media de la vida y evaluaciones cognitivas válidas. (10)
Pues, según el criterio de sus investigadores, la mayoría de los metaanálisis publicados hasta entonces se habían hecho con estudios de corta duración (menos de 10 años) y con personas mayores. Lo que conllevaría el riesgo de incluir a individuos con depresión subclínica, poco animados a efectuar ejercicio físico (causalidad inversa). Algo posible en una enfermedad que se desarrolla décadas antes de manifestarse clínicamente, como antes dijimos.
También valoraron relaciones dosis-respuesta y efectuaron análisis de subgrupos, por ejemplo, con estudios de más de 20 años, así como con estudios de alta calidad y rigurosidad científica. ¡Ojo! controlaron a más de 250.000 participantes.
Resultados
De esta forma, apreciaron que el ejercicio físico se asociaba con un reducción del 20% del riesgo de demencia por todas las causas (RR: 0,80; IC 95%: 0,77 a 0,84). Así como del 14% y del 21% de los riesgos de enfermedad de Alzheimer y de demencia vascular, respectivamente.
Este efecto preventivo de demencia por cualquier causa y por enfermedad de Alzheimer del ejercicio físico también fue muy patente en los estudios con seguimientos prolongados (≥20 años). Ni la edad inicial, la duración del seguimiento ni la calidad del estudio alteraron significativamente las asociaciones.
Los metaanálisis de dosis-respuesta también fueron boyantes, pues revelaron tendencias lineales, spline y cuadráticas significativas dentro de las estimaciones para la incidencia de demencia por todas las causas. Aunque solo una tendencia spline significativa para la enfermedad de Alzheimer.
“Este metaanálisis encontró asociaciones inversas entre los niveles de ejercicio físico y las tasas de incidencia de demencia por cualquier causa y enfermedad de Alzheimer, incluso en estudios con seguimientos de más de 20 años. Este hallazgo respalda al ejercicio físico como un factor de estilo de vida protector modificable de la demencia. Los formuladores de políticas deben continuar promoviendo la actividad física en las reformas escolares y de la vida laboral, la planificación urbana y las iniciativas de salud,” concluyeron los autores.

Caminar en buena compañía aúna los efectos saludables del ejercicio físico con los de la sociabilidad. Cuando menos, contribuye a reducir el riesgo de demencia.
Actividades de ocio y riesgo de demencia: revisión sistemática y metaanálisis (octubre 2022)
En octubre del 2022 se publicó un singular metaanálisis chino, pues se propuso evaluar los efectos de diferentes tipos de actividades de ocio, incluidas las actividades cognitivas, físicas y sociales, sobre la incidencia de la demencia por todas las causas, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular. (11)
A fin de identificar estudios longitudinales que examinaran las asociaciones entre las actividades de ocio y la demencia, realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis de bases de datos de relieve (Cochrane, PubMed, Embase y Web of Science).
Los riesgos relativos (RR) y los IC del 95 % se agruparon mediante un metaanálisis de efectos aleatorios. Se utilizaron análisis de subgrupos para estimar los posibles modificadores del efecto. El estudio se registró en PROSPERO, como todo metaanálisis que se precie.
Así, seleccionaron 38 estudios longitudinales, con 2 154 818 participantes al inicio, todos aparentemente sin demencia. Durante el seguimiento se diagnosticaron 74 700 casos de demencia por todas las causas, 2 848 casos de enfermedad de Alzheimer y 1 423 casos de demencia vascular.
Los análisis de subgrupos mostraron que el ejercicio físico regular se asociaba con una reducción de los riesgos de demencia por todas las causas, de enfermedad de Alzheimer y de demencia vascular: 17%, 13% y 33%, respectivamente.
Las actividades cognitivas (lectura, escribir por placer, tocar instrumentos musicales, juegos, pintar, manualidades…) se asociaron con una reducción de los riesgos de demencia por todas las causas y por enfermedad de Alzheimer: 23% y 34%, respectivamente. En tanto que las actividades sociales (fomentaban comunicación y sociabilidad) se asociaron con una reducción del riesgo de demencia por todas las causas: 7%.
En conclusión, el presente metaanálisis ha revelado un cierto efecto preventivo de demencia por todas las causas practicando actividades de ocio, como el ejercicio físico, actividades cognitivas y sociales. En tanto que una menor incidencia de enfermedad de
Alzheimer se apreció tanto con el ejercicio físico como con actividades cognitivas. Mientras que la reducción del riesgo de demencia vascular sólo se observó con actividades sociales.
Prevención de demencia por el ejercicio físico: hipótesis plausibles
Liberación de una jaula dogmática
La investigación científica de la última década está revelando la existencia de unas células progenitoras neurales (CPN) capaces de experimentar mitosis regulares y, por ende, dividirse. Para, luego, transformarse en auténticas células nerviosas y reemplazar a las que van concluyendo su ciclo vital. (12)
Este hecho, que recibe la denominación de neurogénesis, está rompiendo en mil pedazos el clásico dogma que afirmaba que la dotación de neuronas del cerebro humano nunca podría regenerarse, dado su altísimo grado de diferenciación y madurez.
Pues bien, ahora se está observando una relevante neurogénesis del cerebro adulto en ciertas áreas cerebrales: en la zona subyacente a los ventrículos laterales y, sobre todo, en el área sita por debajo de la capa de neuronas granulosas de la circunvolución o giro dentado del hipocampo, ubicado en la parte interna o medial del lóbulo temporal cerebral. (13)
Hallazgos esperanzadores
Lo realmente esperanzador es que las neuronas nacidas de esta última superficie no sólo pueden integrarse a la red neuronal de células granulosas del giro dentado del hipocampo, (14,15) sino también contribuir a funciones propias del mismo, como las de la memoria, la orientación espacial, el estado de ánimo y el aprendizaje. (16–19)
Este hecho es de una enorme trascendencia, pues representa una sorprendente forma de regenerar nuestro cerebro así como de plasticidad cerebral.
Es una lástima comprobar que la mencionada neurogénesis del hipocampo suele sucumbir al avance de la edad humana, dado que durante el envejecimiento sus efectivos neuronales empiezan a reducirse dramáticamente, lo que hace que vaya surgiendo cierto deterioro cognitivo. Este deterioro, en ocasiones, llega a ser tan pronunciado e inexorable como en enfermedades neurodegenerativas del tipo de la enfermedad de Alzheimer y, menos, de la enfermedad de Parkinson. (20–22)
Sin embargo, estos descubrimientos han sentado las bases de una prometedora propuesta: la promoción y potenciación de la neurogénesis del hipocampo podría servir para curar estas enfermedades y retrasar o parar el envejecimiento del cerebro humano.
Potenciación de la neurogénesis y plasticidad cerebral por el ejercicio físico
Recientes investigaciones están mostrando que el ejercicio físico potencia la neurogénesis en el hipocampo y, por lo tanto, aumenta el rendimiento cognitivo. Ya…pero, ¿de qué manera? Pues parece que regulando favorablemente la proliferación, la maduración y la supervivencia de las células progenitoras neurales. (23–28)
Veamos en los siguientes párrafos algunas líneas más de investigación que avalan los efectos neuroprotectores de la actividad física aeróbica.
Aumento del número y eficacia de los astrocitos
Los astrocitos, tipo celular más abundante en el cerebro humano, establecen puentes entre las neuronas y los vasos sanguíneos cerebrales, que facilitan el transporte de sustancias entre ambos, desempeñando un papel clave en la promoción de la diferenciación neuronal por parte de las células progenitoras neurales (CPN) del hipocampo adulto y de la posterior integración de las redes neurales preexistentes, mediante nuevas conexiones o sinapsis. (29)
Pues bien, existen pruebas que revelan que el ejercicio físico aumenta significativamente el número de astrocitos en el hipocampo y otras regiones del cerebro. (30,31)
Además, la actividad física aeróbica hace más aptos y eficaces a los astrocitos, merced a que favorece que se extiendan por el hipocampo, así como potenciando el suministro del combustible que les permite rendir más: la glucosa. (32)
En definitiva, parte del efecto promotor de la neurogenésis dependiente del ejercicio físico se debe a sus efectos favorables sobre los astrocitos.
Aumento del flujo cerebral y del factor neurotrófico derivado del cerebro
-El ejercicio físico regular contribuye a incrementar el flujo cerebral así como el de potentes factores estimulantes de la estructura y función cerebral como el denominado factor neurotrófico derivado del cerebro, no sólo en personas sanas (33) sino también en las que padecen enfermedad de Alzheimer. (34)
Además, la actividad física aeróbica aumenta la operatividad de una serie de neurotransmisores (serotonina, glutamato y GABA), íntimamente vinculados con la neurogénesis del hipocampo. (35–38)
Efectos antioxidantes y antiinflamatorios
El ejercicio físico exhibe un significativo efecto antiinflamatorio y antioxidante en el cerebro humano, aumentando la síntesis de diversos enzimas antioxidantes. (39–41)
De esta forma mitigaría los fenómenos neuroinflamatorios que se establecen en el cerebro de los pacientes afectos de demencia.
Reducción de factores de riesgo cardiovascular
Además de estos efectos, el ejercicio físico regular reduce reconocidos factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la hiperglucemia y la obesidad centrípeta, que tienden a incrementar el riesgo de enfermedad de Alzheimer. (42)
En este blog ya hemos explicado el efecto antihipertensivo y antidiabético del ejercicio físico en sendos artículos. Otra entrada sirvió para analizar el efecto preventivo de infarto agudo de miocardio exhibido por el ejercicio físico.
Mejora cognitiva y de la calidad de vida de pacientes con demencia
La potenciación de la neurogénesis y plasticidad cerebral del ejercicio físico no sólo contribuye a prevenir diversos tipos de demencia, sino también a mejorar a los pacientes que la padecen. Así diversos metaanálisis de estudios experimentales (publicados en julio 2019 y marzo 2022) están revelando que el ejercicio físico programado mejora el estado cognitivo de los pacientes. Al igual que reduce los síntomas neuropsiquiátricos y aumenta la calidad de vida, en ensayos de 2 a 5 meses. (43,44)
Conclusiones
La prevención de demencia por el ejercicio físico es un hecho avalado por numerosos metaanálisis de estudios prospectivos, merced a su capacidad de potenciar la neurogenésis y la plasticidad cerebral. De esta forma, no cesarían las mitosis de nuevas neuronas (neurogénesis) al llegar a la senectud, sino que seguirían multiplicándose. Inicialmente en ciertas áreas cerebrales (hipocampo) regulando favorablemente la proliferación, la maduración y la supervivencia de las células progenitoras neurales.
De esta suerte, el ejercicio físico contribuiría a mantener las funciones propias del hipocampo, como las de la memoria, la orientación espacial, el estado de ánimo y el aprendizaje. Tales efectos se obtendrían si las personas practicaran ejercicio físico según las normas internacionales. Es decir, 150 a 300 minutos semanales de actividad física moderada (por ejemplo, pasear a buen ritmo) o 75 a 150 minutos semanales de actividad vigorosa (jogging, natación, ciclismo…).
En fin, la práctica regular de ejercicio físico es un estilo muy saludable, pues reduce la inflamación de bajo grado que opera en las enfermedades crónicas no comunicables, principales causas de enfermar y morir en el mundo. De igual manera, una buena adherencia a una dieta mediterránea, a base de productos frescos y de temporada, y el consumo regular de café logran efectos similares. Tres estilos de vida que contribuyen decisivamente a elevar nuestro nivel de salud en su triple dimensión: física, mental y social.
Dr. Félix martín Santos
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Félix, tu artículo es muy interesante y práctico. Espléndida la exposición de todos los estudios científicos realizados y esperanzadoras sus conclusiones. He comprendido, a través de tu didáctica explicación, lo que es la neurogénesis, y que el ejercicio físico la potencia, lo que conlleva frenar o retrasar el envejecimiento del cerebro humano, y nos alienta a realizar un actividad física de manera regular. Muchas gracias por inculcarnos y animarnos a llevar estilos de vida saludable.
Muchísimas gracias, Inmaculada, por tu generosa valoración.
Es indudable que una buena adherencia a estilos de vida saludable contribuye a incrementar nuestra calidad de vida y nuestra esperanza de vida en buena salud.
Un abrazo
Sabía que no existían medicamentos para detener o revertir el proceso de la demencia.
-Lo que no sabía es, cómo la intervención sobre los estilos de vida modificables, podían ayudar a retrasar-prevenir las demencias, en esos porcentajes tan elevados 52-62%.
‘Que algo tan sencillo como
ejercicio, acompañado de una disciplina en los habitos’, pueda prevenir tanto problema personal y familiar.
Gracias Félix por este artículo tan clarificador.
Saludos