Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: Sierra de las Quilamas

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica desde la cima Sierra Chica, mirando hacia el este, San Miguel; en lontananza, las cumbres de la Sierra de Béjar

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica desde la cima de la Sierra Chica, mirando hacia el este, San Miguel; en lontananza, las cumbres de la Sierra de Béjar

Introducción

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrio, portal de la Sierra de las Quilamas, adornan gran parte de su municipio. Su contemplación y disfrute, junto a la generosidad y bonhomía de su gente, contribuyen a enriquecer la salud de los afortunados que los visiten.

Se trata de antiguos territorios del lince y del lobo, emblemáticos mamíferos de nuestra fauna ibérica, que antaño eran los auténticos dueños de estos parajes. Una excepcional flora y una rica y diversa fauna se enseñorean por esta tierra. Incluida en la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar y Francia. Además de ser una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

En este contenido recorreremos el bosque de la Honfría, disfrutando de sus múltiples endemismos ibéricos. Después nos desplazaremos hasta las Peñas del Agua, para encumbrar, luego, la Sierra Chica y la Perdiguera. Lo que nos permitirá disfrutar de excepcionales panorámicas de las sierras de Bejar, Francia y Quilamas. Finalmente, descenderemos a la Hoyatina, antesala del Hueco, que ya hemos descrito en otros artículos de este blog: “De Linares de Riofrío a la cascada de Jigareo.

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: flora singular en el ascenso por el bosque de la Honfría hasta la fuente homónima

Partiremos desde la fuente de la Marina, junto al cartel indicador de la ruta de las Quilamas. Tras recorrer mil quinientos metros suelo dejar el camino principal para ascender por la cuesta de las Pollinas, a fin de contemplar una parte relevante del bosque de la Honfría. Creo que merece la pena describir un poco la variedad arbórea, arbustiva y herbácea de este excepcional paraje.

El árbol predominante es el castaño, aunque también hay muchos ejemplares de roble melojo, que tienden a rodear al castañar, además de bastantes acebos y avellanos, sin olvidarnos de sus cerezos silvestres, algunos de un porte excepcional.

Su orientación noreste, hace que se beneficie de una baja insolación durante el estío, lo que mantiene altas cotas de humedad. Por otra parte, durante el frío invierno su disposición hacia el este le proporciona una significativa insolación, que tenderá a moderar la temperatura.

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: peonías en el el bosque de la Honfría, cerca de la fuente de la Honfría

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: peonías en el el bosque de la Honfría, cerca de la fuente de la Honfría

 

Peonía (Peonía broteroi) en el bosque de la Honfría

Peonía (Paeonía broteri) en el bosque de la Honfría

 

El suelo calizo de este bosque contrasta tanto con el predominantemente ácido de las laderas y valles circundantes como para dar refugio a un notable conjunto de joyas florísticas, algunas de las cuales son endemismos ibéricos. Véase, varios jaguarzos (Cistus multiflorus y Cistus poopulifolius), la aguileña (Aquilegia vulgaris, subsp. dichroa), la rosa albardera (Paeonía broteroi),  la asperilla o reina de los bosques (Hispidella hispánica), los pajarillos o acicate real (Linaria triornithophora), la escasa y vulnerable verónica (verónica micrantha), diversas especies de orquídeas (orchis mascula, cephalanthera longifolia)…

Orchis mascula, orquídea frecuente en el bosque de la Honfría (Linares de Riofrío)

Orchis mascula, orquídea presente en el bosque de la Honfría (Linares de Riofrío). 30-04-2023

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: aguileña (Aquilegia vulgaris, subsp. dichroa)

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: aguileña (Aquilegia vulgaris, subsp. dichroa)

 

Aguileña (aquilegia vulgaris), en el bosque de la Honfría de Linares de Riofrío.

Aguileña (aquilegia vulgaris), en el bosque de la Honfría de Linares de Riofrío. 30-04-2023

 

Narciso o tarro en la umbría del bosque de la Honfría

Narciso o tarro en la umbría del bosque de la Honfría

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: lágrimas de David o sello de salomón (poligonatum odoratum)

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: lágrimas de David o sello de salomón (poligonatum odoratum)

 

Este bosque alberga muchos más emblemas florísticos: jacinto de los bosques (hyacinthoides non-scripta), los tarros o narcisos (Narcissus psudonarcissus subsp. Confusus),  la venenosa yerba de San Cristobal (Actaea spicata), la bellísima azucena silvestre (Lilium martagon), la medicinal melisa o toronjil (Mellitis melissophylium),  el famoso Sello de Salomón o Lágrimas de David (Polygonatum odoratum), el orobo o guisante negro (Lathyrus niger), el venenosísimo acónito (Aconitum napellus), pues basta un solo miligramo para matar a una persona de 80 kilos, etc.

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: acónito

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: acónito

 

Toronjil silvestre. La Honfría

Toronjil silvestre. La Honfría

 

Azucena silvestre (Lilium martagon) en el bosque de la Honfría

Azucena silvestre (Lilium martagon) en el bosque de la Honfría

 

Además de las mencionadas quiero resaltar que en este bosque se refugia una planta en claro peligro de extinción (Libro Rojo de la Flora Vascular de España): una “espuela de los caballeros” (Delphinium fissum subsp. Sordidum). Esta ranunculácea presenta, al principio del verano,  una inflorescencia racimosa, con 30 a 40 flores moradas con cinco pétalos, el superior prolongado en espolón, de relevante belleza. Si todas estas plantas están protegidas, esta última  lo está aún más, pues, como decía antes, está al borde de la extinción.

 

Jacinto de los bosques (Hyacinthoides non-scripta) en el bosque de la Honfría

Jacinto de los bosques (Hyacinthoides non-scripta) en el bosque de la Honfría

 

Bueno, tras esta breve descripción de este emblemático castañar continuaremos con la ruta. En un kilómetro y medio de recorrido se nos acaba la cuesta de las Pollinas y entramos en los merenderos de la fuente de la Honfría. Desde Linares llevamos tres kilómetros recorridos.

Sendero de las peñas del Agua

Al llegar a la fuente de la Honfría, suelo ascender, ladera a través, entre varios cerezos centenarios y unos merenderos hasta llegar a un pequeño sendero, que está a menos de media centena de metros de este manantial. De esta suerte, nada más remontar la cuesta y acceder al camino veremos a nuestra izquierda un pequeño paso canadiense, que deberemos pasar, a fin de recorrer la centena de metros que nos quedan para llegar a una bifurcación.

Al llegar a la cual, nos encaminaremos por el sendero de la izquierda, que en poco más de tres kilómetros nos conducirá hasta las Peñas del Agua. No entrando, pues, el de la derecha, que nos llevaría hasta la Hoyatina (Rollarina, según el ING). Sin embargo, durante el regreso,  tras crestear por la Sierra Chica y la Perdiguera, descenderemos a este emblemático paraje para desembocar, luego, en el camino que ahora dejamos a nuestra derecha, cerrando así un auténtico circuito.

Con el propósito de guiar los pasos de los excursionistas que deseen adentrarse por esta singular ruta,  dividiré los tres kilómetros que distan hasta las citadas Peñas del Agua en tres sectores. El primero, coincidiendo con el primer kilómetro, que concluye con otra bifurcación, y que nos permitirá ver unos castaños centenarios. El segundo, corresponderá al segundo kilómetro, distancia que hay desde el punto anterior hasta un excelente mirador del bosque de la Honfría y del pico Cervero. El tercero; el kilómetro final, que concluye en las Peñas del Agua.

Aislados castaños centenarios en el extenso melojar

Durante los primeros quinientos metros discurriremos entre numerosas retamas, zarzamoras y helechos, así como bastantes espinos albares y algún escaramujo o rosal silvestre. El árbol predominante, a ambos lados del camino, es el melojo o rebollo (Quercus pyrenaica), un excelente creador de fértiles suelos, ricos en humus así como en potasio, fósforo y microelementos. La monotonía arbórea constituida por este tipo de roble se rompe  un poco al cuarto de kilómetro, por la presencia, a nuestra derecha, en una pequeña ladera, de cuatro ejemplares de encina.

Aunque lo que más me llama la atención es la existencia de un primer castaño centenario, tras recorrer poco más de medio kilómetro por este sendero. Cuando llego a su nivel, salgo del camino por mi diestra y, en poco trecho, me acerco y toco con respeto el musgo que cubre la corteza orientada al norte de su hueco tronco, en parte carbonizado por algún rayo. En realidad, de un corto tronco surgen, paralelos, dos fornidos siameses. A su sombra, en más de una ocasión, he tenido la suerte de oír la ladra del corzo, mientras contemplaba su longevo follaje.

 

Parajes centenarios de Linares de Riofrío: centenarios castaños

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: castaños centenarios (30-04-2023).

 

Seguimos por el camino durante una centena de metros más para ver otro vetusto castaño, también a nuestra derecha, justo un poco después de pasar por encima de un paso canadiense. A partir de ahora empezamos a ver abundante brezo (género Erika) bordeando el sendero. Los centenarios castaños no acaban aquí. Así, después de hollar otro pequeño tramo de sendero, veremos, a ambos lados del camino, sendos ejemplares de estos emblemáticos árboles, pero esta vez absolutamente secos, aunque rodeados de jóvenes retoños de la misma especie.

Cuando estamos concluyendo el último tercio de este primer kilómetro, observaremos a nuestra izquierda, un anticipo de la panorámica del bosque de la Honfría, que veremos mucho mejor más tarde. Enseguida el camino se bifurca. Nosotros seguiremos por el de la izquierda, continuación del principal, pues el de la derecha asciende hasta la Perdiguera, sirviendo de cortafuegos.

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: en pos del mirador de la peña del Guarro, del castañar de la Honfría y del pico Cervero

Durante el siguiente kilómetro de recorrido, el suelo, relativamente mullido del primer sector, se torna realmente pedregoso, aunque no tanto como para limitar nuestro deambular por él. A partir de ahora el rebollar es sustituido por el pinar, que nos rodea por ambos lados. No obstante, rozando el camino, dispuestos en fina hilera, aparecen jóvenes ejemplares de robles, que parecen vigilar nuestros pasos, junto a un estrato arbustivo constituido por brezos y jaguarzo.

Durante todo este tramo, el camino discurre por la ladera septentrional de la Perdiguera.  Cuando hemos recorrido unos seiscientos metros de este segundo kilómetro veremos, a nuestra izquierda, junto al camino, dos medianos ejemplares de castaño. Luego, proseguimos un tramo más (280 metros) en línea recta para ver, a nuestra derecha, un pequeño pedregal, aunque de grandes rocas.

En este momento, el sendero se incurva a la izquierda, para abandonar la Perdiguera y seguir por la ladera norte de la Sierra Chica. En esta zona de transición podremos apreciar, también a nuestra izquierda, una notable panorámica, que aún será más amplia y hermosa si avanzamos unos trescientos metros más. Pero ¿qué es lo que podemos contemplar?

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: mirador desde el que se divisa el bosque de la Honfría, el pico de las tres Rayas, el pico Cervero...

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: mirador desde el que se divisa el bosque de la Honfría, el pico de las tres Rayas, el pico Cervero…

 

Pues colocados en este pequeño mirador (1120 metros de altitud), contemplaremos, al oeste, próximos a nosotros, la silueta de la Peña del Guarro, enclavada en el paraje del Hoyo el Hocino. Al noroeste disfrutaremos con la visión de la gran mancha verde del bosque de la Honfría, dominado por el castaño, que, en otoño, nos ofrece una bellísima mezcla de ocres, rojizos y marrones, resultado de la mutación cromática diferente de avellanos, castaños y robles, junto a los siempre verdes acebos.

Más en lontananza apreciaremos la mole del Mojón del Marrano (1385 m.), que la gente de la zona suele reconocerlo más como el Pico de las Tres Rayas o Lindes (Linares, Valero y Navarredonda). Un poco más al noroeste veremos el Pico Cervero (1465 m). Finalmente, al norte vislumbraremos la enorme mancha de encinas del Campo Charro.

Por la ladera septentrional de la Sierra Chica en pos de las Peñas del Agua

Durante este tercer kilómetro el camino nos conducirá, como dijimos antes, por la ladera norte de la Sierra Chica, teniendo a nuestra izquierda un gran pinar, aunque la denominación de la zona, según los mapas topográficos del Instituto Geográfico Nacional, es la de El Carrasquito. Cuando llevamos recorridos poco más de setecientos metros (770 m.) unas grandes rocas, a la derecha, nos anuncian las próximas Peñas del Agua.

Casi durante el medio kilómetro previo, mirando al noreste, hacia Linares de Riofrío, los melojos se constituyen en los árboles dominantes del borde izquierdo del camino. De esta guisa, llegamos, por fin, a las citadas Peñas del Agua, que están, a la izquierda, a cuarenta metros del camino.

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío, desde las Peñas del Agua

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío, desde las Peñas del Agua

 

Es rara la vez que no llegue hasta aquí y no me encarame sobre estos peñascos, dado que la contemplación de Linares, enfrente y al norte, es muy completa y nítida. A nuestra izquierda, al oeste observaremos el bosque de la Honfría, el pico de las Tres Rayas y el emblemático pico Cervero. A nuestra derecha, al noreste, sobresalen las montañas de la Sierra de Béjar, que prácticamente duplican la altura de estas montañas de la Sierra de las Quilamas así como las del resto de la Sierra de Francia.

A lo largo de la historia, la buena gente de Linares ha ido atesorando una serie de observaciones sobre este emblemático lugar, destacando, sobre todas ellas, una, con la que casi nunca yerran: “Cuando se pone la niebla sobre las Peñas del Agua seguro que llueve en el pueblo”. Un servidor da fe de la calidad y certeza de esta observación meteorológica.

Ascenso desde las Peñas del Agua hasta la cima de la Sierra Chica

Cuando llego hasta aquí desde Linares, tras correr seis kilómetros, suelo regresar por el mismo camino. Sin embargo, cuando algunas veces contemplo la intensa pendiente del cortafuegos que surge a la derecha del camino, justo enfrente (al sur) de estas peñas, en vez de amohinarme, me envalentono y empiezo a subir por el mismo. Poco a poco voy pasando de escalón en escalón, por un pedregoso terreno, mientras me observan los pinos y, sobre todo, algún ejemplar de buitre negro, que con su majestuoso planeo parece darme ánimo para superar el medio kilómetro de duro ascenso.

 

Tercio final del cortafuegos de la Sierra Chica, con Linares al fondo

Tercio final del cortafuegos de la Sierra Chica, con Linares al fondo

Cuando mi altímetro me marca los 1242 metros ya he dominado la pendiente, paso entre una joven encina y un retoño de pino, me coloco en otro cortafuegos, que de este a oeste recorre estas cumbres, y empiezo a recrearme con mi suerte. Sí, porque el esfuerzo por ascender ha merecido la pena.

Desde la cumbre de la Sierra Chica hasta la Hoyatina

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica desde la cumbre de la Sierra Chica

La panorámica es de suma belleza, especialmente si miramos hacia el sureste: abajo, relativamente cerca, tenemos San Miguel de Valero. En lontananza divisaremos la Sierra de Béjar, en todo su esplendor. De izquierda a derecha contemplaremos sus nevadas cumbres: Peña Negra (2098 m.), La Covatilla (pista de esquí), Canchal Negro (2364 m.), El Calvitero (2397 m.), Canchal de la Ceja (punto más alto de la provincia de Salamanca: 2428 m.), Hoya Moros (nacimiento del río Cuerpo de Hombre); Peña de la Cruz (1635 m.), El Torreón (2398 m.), los Dos Hermanitos (2329 m.) y el Pinarrajo (2099 m.)

Si pulsamos el siguiente enlace podremos contemplar la citada panorámica, en un vídeo efectuado recientemente (05-04-2023).

Panorámica desde la Sierra Chica (Linares de Rioferío)

La contemplación de la panorámica citada sirve tanto para descansar físicamente cuanto para estimular nuestra mente. Luego, proseguiremos por la derecha (oeste) un corto tramo de leve ascenso (120 metros de distancia) para llegar al nivel del vértice geodésico del Instituto Geográfico Nacional. En donde llama la atención un óvalo verde con  letras mayúsculas blancas, que nos advierten : “La destrucción de esta señal está penada por la ley». La altura a este nivel es de 1259 metros.

 

Panorámica desde el vértice geodésico de la Sierra Chica

Panorámica desde el vértice geodésico de la Sierra Chica

Descenso de la Sierra Chica mientras contemplamos parajes emblemáticos

A continuación, llanearemos un poco para enseguida empezar a descender la Sierra Chica; todo ello, sin dejar de gozar con la panorámica. Así, a nuestra izquierda (suroeste) se divisa el monte del Castillo Viejo de Valero, cuya ascensión desde Valero fue relatada en otro artículo de este blog.

Más en lontananza, apreciamos la imagen vertical de la Peña de Francia. En tanto que mirando ligeramente a la derecha (NO) apreciamos la imagen del omnipresente Pico Cervero. En el descenso en dirección a la Perdiguera se observa, a unos trescientos metros de iniciado el mismo, un pequeño montículo de tierra y pequeñas piedras, al que me suelo subir para ver, a la derecha, la majestuosidad del bosque de la Honfría. Mientras que, a la izquierda (SO) se empieza a ver el valle de las Quilamas.

A partir de ahora bajaremos rodeados por pinos, a nuestra derecha; y por altos brezales, a nuestra izquierda. De esta forma completamos los ochocientos metros que hay desde el vértice geodésico hasta el punto más bajo de la ladera occidental de este monte, donde el altímetro marca una altura de 1171 metros.

Estamos en una intersección de senderos o, mejor dicho, de cortafuegos, pues nos cruzamos con el que desciende, a nuestra derecha (NE), por un denso pinar hasta el camino por el que accedimos a las Peñas del Agua. Justo donde surgía la bifurcación que indicaba el inicio del segundo kilómetro. Si nos dirigiéramos a nuestra izquierda, nos conducirá en pocos metros a una plataforma desde la que divisaremos, inmediatamente abajo, el Lancharejo; más en lontananza, el pueblo de San Miguel de Valero (SE).

Ascenso a la cumbre de la Perdiguera

Sin apenas espacio para llanear seguimos hacia el oeste, con el propósito de acometer el breve ascenso hasta la cumbre de la Perdiguera (1243 m.).  En realidad, sólo tenemos que forzar nuestros cuádriceps durante trescientos sesenta metros de subida por la ladera oriental de este monte, cuya pendiente es netamente menor que la de la Sierra Chica.

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica de la Perdiguera mirando al sur, hacia San Miguel de Valero y, más en lontananza, la Sierra de Béjar.

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica de la Perdiguera mirando al sur, hacia San Miguel de Valero y, más en lontananza, la Sierra de Béjar.

 

Cuando era adolescente y recorría estas cumbres, también disfrutaba mucho con su bella panorámica. Aunque lo que más me complacía era verme sobresaltado por los vuelos breves e impetuosos de la perdiz roja, así como con la rápida y corta carrera de los múltiples conejos que amenizaban la ruta. Ambos eran el alimento básico del lince ibérico, del águila perdicera y del águila real. ¡Porca miseria! ¡Ahora escasean alarmantemente! La consecuencia es que ya no tenemos ni águila perdicera ni lince ibérico. Ya no podemos decir con orgullo que “estamos en el límite septentrional del lince ibérico”.

No obstante, siempre tengo la esperanza de que se descubra alguna vacuna o/y terapia para solucionar el problema de la mixomatosis y de la neumonía hemorrágica vírica. De esta suerte aumentaríamos las posibilidades de supervivencia tanto de nuestro simpático lagomorfo como de nuestro gran felino ibérico, pues volveríamos a tener un mínimo de un conejo por hectárea y, por consiguiente, el lince podría reproducirse con cierta solvencia.

 

Vista desde la Perdiguera: abajo, la Hoyatina; en lontananza, la cabecera del valle Quilamas

Vista desde la Perdiguera: abajo, la Hoyatina; en lontananza, la cabecera del valle Quilamas

 

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: panorámica del valle de las Quilamas mientras descendemos la Perdiguera                                                      

Bueno, hay que proseguir hasta la Hoyatina (antesala del Hueco) y aún nos queda algo menos de un kilómetro de distancia (869 metros). Aprovecharemos para volver a disfrutar con  la panorámica. Sí, puesto que al poco de iniciar el descenso por la ladera septentrional de La Perdiguera empezaremos a gozar con una de las vistas más completas y hermosas de la cabecera del valle de las Quilamas.

De forma que, enfrente, al oeste, veremos el Pico Porrejón. Un poco a la derecha, al noroeste, la oronda cumbre del pico de las Tres Rayas o del Mojón del Marrano, seguido de la forma piramidal del pico Cervero. Más en lontananza, casi en línea recta, divisaremos la pirámide truncada del Pico de la Cueva Quilama. En el centro, el estrecho valle formado por el encajonamiento del río Quilamas.

 

Crepúsculo en la Hoyatina: mirando hacia el este

Crepúsculo en la Hoyatina (antesala del Hueco): mirando hacia el este

 

Casi sin darnos cuenta, ensimismados con el paisaje, llegamos hasta el paso canadiense de la Hoyatina (1151 metros de altitud). Desde el vértice geodésico de la Sierra Chica hasta este emblemático paraje hemos recorrido unos dos kilómetros (exactamente 1979 metros).

De la Hoyatina hasta el camino de las Peñas del Agua: cerramos el circuito

Ya sólo nos queda atravesar el paso canadiense en dirección a la fuente de la Honfría. Nada más pasarlo nos encontramos con un buen campo de gramíneas en donde es fácil ver vacas pastando. Subimos un pequeño repecho para descender, luego, rodeado de melojos hasta llegar en corto tramo hasta una bifurcación.

No nos introduciremos en el sendero que sale a nuestra derecha, pues fue el que utilizamos al principio de esta ruta para acceder a las Peñas del Agua. Cogeremos, pues, el de la izquierda, que nos conducirá enseguida a la fuente de la Honfría. Después, sólo nos queda recorrer los tres kilómetros que distan hasta Linares, si optáramos bajar por la cuesta de las Pollinas. Si decidiéramos descender por el camino principal, que pasa por las fuentes del Chapatal y del Cerezo, habría que añadir un kilómetro más. En total, habremos recorrido de doce a trece kilómetros.

Conversación con Catalina

Para aportar un componente humano a este contenido, relataré en las siguientes líneas lo acaecido hace unos años, un Jueves Santo del 2016, cuando me disponía a emprender una visita a estos parajes. Al poco de salir de casa me encontré con Catalina, una octogenaria linarense, a la que inicialmente no había identificado bien, a pesar de que su rostro y andares me resultaban familiares.

—Buenas tardes, señora. Parece que este sol anima a caminar— empiezo a calentar la posible charla.

— ¿Señora? ¿No me conoces? Soy Catalina, amiga de tu madre en nuestros años mozos. —me suelta a bocajarro, tras un alarde de reconocimiento y filiación genealógica.

— Perdóneme, Catalina. Ahora ya caigo. Mi madre guarda muy buen recuerdo de usted— le respondo, intentando disculparme por mi tardanza identificativa.

—Ya lo creo, éramos buenas amigas. —contesta con tono melancólico—. Oye,  por lo que veo vas para la Honfría. Ahora la tienes llena de tarros

Con sutileza me invita a decirle dónde voy:

— Pues sí, hace dos semanas fotografié a numerosos tarros en Peña Tarrera y, más tarde, en la umbría del bosque de la Honfría, cerca de la fuente del Cerezo – doy respuesta a su invitación- . Ahora, en cambio, voy a correr hasta la fuente de la Honfría, atajando por las Pollinas, para, luego, ascender hasta la Hoyatina. Desde donde pretendo subir por el cortafuegos para acceder a las cumbres de la Perdiguera y de la Sierra Chica, sucesivamente. —acabo atropellándola con la descripción de la ruta del día.

—Pues sí que tienes correa para tanto meneo. ¿Por qué tanto esfuerzo?

—Querida mujer, no sólo voy a disfrutar con el ejercicio físico sino también con la contemplación de unos parajes emblemáticos, que, además, quiero fotografiar para plasmarlos en un artículo que pronto editaré y publicaré. —  contesto con aire petulante.

— ¡Ah!, ¿sí? Y se puede saber dónde vas a publicar eso. — me suelta, un tanto sorprendida.

— Pues en un blog personal, por internet, a fin de hacerlo accesible a cualquier ciudadano del planeta. —le respondo y paro presto, pues creo que con tanto pavoneo acabará aturdida.

—O sea que, además de médico, te las tienes de escritor, ¡eh! —me responde con un proyectil en la línea de flotación y en absoluto aturdida—. Pues mira, si quieres yo te puedo contar un romance sobre estas tierras nuestras que a más de uno le gustaría conocer— prosigue, envalentonada.

— ¿De verdad, Catalina? ¡Me encantaría escucharlo! Y, si no le importara quizá lo añadiría en el artículo.

— Pues, apunta, majo. Que te lo voy a medio cantar. Luego, tú verás si te gusta y merece la pena pasarlo por internete o por donde Dios te dé a entender.

Romance de Catalina: elogio a Linares

De esta suerte, Catalina procedió a declamarme el citado romance, con tal donaire que más que octogenaria parecía una agraciada joven, plena de sagacidad y desparpajo. Veámoslo, pues:

 

«Allá en los años cuarenta

un romancero cantaba

y el pueblo de Linares

con atención escuchaba.

 

El romancero era un sabio

y se sentía engañado

porque  Cervero y la Sierra

se habían enamorado.

 

¿Cuánto tiempo lleváis juntos

como dos enamorados,

compartiendo en este mundo

todo lo bueno y lo malo?

 

Con el amor de una madre

la sierra nos ha premiado

con aguas muy cristalinas,

con acebos y castaños.

 

Los avellanos y tarros,

el orégano muy fresco,

le dan sabor y aroma

a la fuente del Cerezo.

 

En la fuente de la Honfría

hay castañas y avellanas,

la poza del Culebrón y

el castaño la Morana.

 

Allá va la despedida

de este humilde romancero

que se siente muy feliz

por vivir en este pueblo.

 

Nosotras nos despedimos

con mucha sal y salero,

este grupo pensionista

y el señor tamborilero.»

Parajes emblemáticos de Linares de Riofrío: fuente de salud

Mientras observaba el vigor y la lucidez mental de Catalina, albergaba la esperanza de encontrar “el manantial de la edad”, para distribuir su rejuvenecedora agua a más de un menesteroso. Quizá alguna de las fontanas de estos parajes linarenses sea la verdadera portadora de la juventud, que con tanto ahínco buscaron los protagonistas de la “Fuente de la Edad”, de Luis Mateo Díez (galardonada con el Premio Nacional de Literatura de 1986 y el de la Crítica del mismo año).

Empezaría con la fuente de la Marina, seguiría con la del Cerezo, continuaría con la del Chapatal, y, si no hubiera suerte probaría fortuna con el venero de la Honfría.  ¿Qué aún seguimos sin notar sus saludables efectos? Pues, por fuentes no será: la del Cántaro, la del Roble, la de la Mata…

Aunque también es posible que la pretendida pócima resulte de combinar agua y aire, como me recordaba mi abuelo Félix: “Felisín, hijo, aire tan puro y aguas tan sanas como las de Linares no encontrarás en ninguna parte del mundo”. Convencido estoy de que bastante razón tenía, aunque no más que la de tantos abuelos de nuestra piel de toro peninsular que han dicho, dicen y dirán palabras similares a sus nietos cuando evocan la tierra que los vio nacer, crecer y vivir.

En fin, llevo toda una vida recorriendo estos benditos parajes, cuna de mis ancestros maternos, sin dejar de emocionarme con la contemplación de sus excepcionales valores. Véase, una flora singular, con múltiples endemismos ibéricos en la Honfría, algunos en peligro de extinción. Una fauna notable, pues, aunque ya no quedan linces ni lobos, todavía hay 45 parejas de buitre negro y tres de águila real en las Quilamas (según censos de la Sociedad Española de Ornitología en el 2006 y en el 2008, respectivamente), además de otras muchas aves y mamíferos; valles y montañas de singular belleza. Sin soslayar un relevante patrimonio artístico y cultural y, sobre todo, la hospitalidad y generosidad de su buena gente.

                                                                       Dr. Félix Martín Santos

 

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