Efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea

Efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea: Lenguado, aceite de oliva virgen extra, frambuesas, fresas, naranja, ingredientes característicos de este patrón dietético, aportan ácidos omega-3 y múltiples antioxidantes, que contribuyen a potenciar nuestro sistema inmune.
- Introducción
- Efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea: reducción casos y muertes en estudio ecológico
- Efecto protector COVID-19 por la dieta mediterránea: Seguimiento de la Universidad de Navarra (SUN)
- Estudio observacional en población del Líbano
- Efecto protector de vegetales, café y lactancia materna
- Hipótesis plausibles
- Papel protector del café
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Un creciente número de estudios científicos están revelando un efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea, merced a que fortalece la inmunidad. Usualmente porque los alimentos que la integran (fruta, verdura, pescado, frutos secos, aceite de oliva virgen extra…) aportan nutrientes que exhiben efectos antioxidantes, antiinflamatorios y reparadores de anomalías del ADN.
En otro artículo de este blog analizamos los principales estudios epidemiológicos que están mostrando un efecto protector de la COVID-19 por parte del ejercicio físico. Ahora, veremos el efecto protector de la infección por el coronavirus responsable (SARS CoV-2) por parte de la dieta mediterránea, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (UNESCO 2006).
Estudios científicos que revelan un efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea
Reducción casos y muertes en estudio ecológico: prevención de la COVID-19 por la dieta mediterránea
En marzo del 2021 se publicó un estudio ecológico que reveló una asociación inversa entre la dieta mediterránea y la presencia de casos y muertes por COVID-19. (1)
Los autores, Michael W. Greene y colegas (Universidad de Auburn, EEUU), basándose en el hecho constatado de que ciertos procesos que incrementan el riesgo de contagiarse por el SARS CoV-2, como la obesidad, la diabetes y procesos cardiovasculares, se deben, en parte, a dietas poco saludables, a base de ultraprocesados, ricos en azúcares refinados y grasas trans (Dieta Chatarra), de marcado componente inflamatorio, consideraron que una dieta diametralmente opuesta, como la Dieta Mediterránea, rica en fitoquímicos de efectos antioxidantes (polifenoles, flavonoides, carotenoides, vitaminas), ácidos omega 3 de cadena larga (pescado azul) y ácido oleico (aceite de oliva), podría reducir tanto el riesgo de contagiarse por el citado SARS CoV-2 como de sufrir complicaciones severas y muerte por la enfermedad en cuestión.
Método
Para ello, plantearon un estudio epidemiológico poblacional, factible, poco costoso y útil para generar nuevas hipótesis o/ y refrendar las existentes. A pesar de que no aporte información directa sobre la relación entre el factor de riesgo o protector y la enfermedad en la población en estudio.
En este caso, se estudió a las 17 Comunidades Autónomas de España y a 23 naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Así, valoraron la relación entre la puntuación del Índice de Adecuación de la Dieta Mediterránea y los casos y muertes por COVID-19 al 9 de junio de 2020.
Resultados
De este modo, observaron, en España, una asociación negativa significativa entre la puntuación del citado índice con los casos de COVID-19 y las muertes relacionadas con esta enfermedad. Esto es, a mayor adherencia (mayor puntuación en el índice citado), menor riesgo de sufrir y morir por esta enfermedad.
Asociación que siguió manteniéndose tras ajustar o controlar (modelo lineal multivariable) reconocidos factores de bienestar social (ingresos, educación, vivienda, medio ambiente y satisfacción con la vida). Obtenidos de la base de datos de bienestar de la OCDE en las 17 regiones de España, por tratarse de una variable de confusión, que influye en los resultados.
También se apreció una asociación negativa entre la adherencia a la dieta mediterránea y las muertes relacionadas con COVID-19 en los 23 países elegidos de la OCDE
Conclusiones
“Aunque nuestros hallazgos sugieren una relación negativa entre la adherencia a la dieta Mediterránea y los casos de COVID-19 y las muertes relacionadas, se requieren más estudios para demostrar si una buena adherencia a este modelo dietético reduce directamente el riesgo de COVID-19, o indirectamente, merced a su capacidad para disminuir el riesgo de enfermedades crónicas (diabetes, obesidad, hipertensión arterial) que aumentan la susceptibilidad de sufrir esta enfermedad infecciosa. En conclusión, la Dieta Mediterránea y otros enfoques dietéticos que reduzcan la inflamación y el riesgo de enfermedad crónica podrían reducir el riesgo de patología grave y mortalidad por COVID-19”, concluyeron los autores de esta investigación.
Este planteamiento ya había sido esgrimido por otros autores, aunque se habían limitado a emitir informes y recomendaciones sobre el supuesto beneficio de la Dieta Mediterránea. Es decir, no efectuaron ningún estudio observacional de relieve, prospectivo, retrospectivo ni siquiera ecológico. (2–6)
Efecto protector COVID-19 por la dieta mediterránea: Seguimiento de la Universidad de Navarra (SUN)
El primer estudio longitudinal que reveló una asociación inversa entre la dieta mediterránea y la COVID-19 se publicó en abril del 2021 (Clinical Nutrition). (7)
Los autores del estudio fueron Miguel Ángel. Martínez González, R. Perez-Araluce y colegas, pertenecientes al Departamento de Medicina preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra).
Estos autores son responsables del proyecto SUN, un estudio prospectivo de graduados universitarios de la Universidad de Navarra, de más de 20 años de duración.
Se trata de un seguimiento sobre el impacto de los principales estilos de vida que pueden aumentar el riesgo de sufrir las enfermedades crónicas no comunicables más prevalentes. Es una cohorte dinámica que permanece abierta, a pesar de constituirse en 1999, pues sus integrantes, cada dos años, responden a las preguntas de cuestionarios específicos.

Nueces y almendras, frutos secos característicos de la Dieta Mediterránea que contribuyen decisivamente a sus notables efectos saludables, por su riqueza en antioxidantes (ácido elágico, resveratrol, flavonoides, juglone quinona), ácidos omega-3 de cadena corta (alfa-linolénico) y ácido oleico, entre otros saludables micronutrientes.
Método
Así, además de los cuestionarios bienales, de febrero a diciembre de 2020, se envió a todos los participantes (9677) un cuestionario específico sobre COVID-19. Todo ello, con objeto de saber si se habían sometido o no a una prueba de diagnóstico para COVID-19. Si este fuera el caso, se les pidió la fecha y el resultado de la prueba. También se recabó información sobre un diagnóstico médico de la enfermedad.
Para la valoración de la incidencia de COVID-19 seleccionaron los casos confirmados de infección por SARS CoV-2, mediante una prueba de diagnóstico fiable (usualmente la PCR en secreciones nasofaríngeas).
Los hábitos alimentarios se evaluaron al inicio del estudio mediante un cuestionario semicuantitativo de frecuencia alimentaria de 136 ítems previamente validado.
La adherencia a nuestro modelo dietético se evaluó mediante la puntuación de la Dieta Mediterránea (MDS) propuesta por Trichopoulou (8). La cual tiene en cuenta 9 componentes de la dieta (alto consumo de legumbres y pescado, cereales, fruta y frutos secos, cociente ácidos grasos monoinsaturados/ ácidos grasos saturados. En tanto que menor consumo de carne y lácteos, alcohol).
De esta manera, se establecen tres categorías de adherencia: baja, 3 o menos puntos; media, 4 a 6 puntos; y alta, superior a 6 puntos (7 a 9).
De los 5.194 participantes seleccionados (sin incluir a ningún profesional sanitario), fueron 122 los que informaron haber recibido un resultado positivo en una prueba de diagnóstico COVID-19.
Emplearon modelos de regresión logística multivariable para estimar los odds ratios y los intervalos de confianza del 95% para el COVID-19 incidente según el MDS
Resultados
De este modo, se observó que los participantes con una adherencia intermedia a la dieta mediterránea (3 <MDS ≤ 6) tenían menos riesgo de desarrollar COVID-19. Exactamente, un 50% menor (OR ajustado multivariable = 0,50, IC del 95%: 0,34-0,73).
La reducción del riesgo fue aún superior en los de mayor adherencia a esta dieta (MDS > 6): un 64% menor (OR = 0.36, IC del 95%: 0.16–0.84). Obviamente, el grupo de comparación estaba constituido con los de menor adherencia, con un MDS ≤ 3.
Esta asociación inversa se mantuvo sólida dentro de los subgrupos y en los análisis de sensibilidad.
Sin embargo, cuando los evaluados fueron los profesionales de salud no se observaron asociaciones significativas (p para la interacción = 0,06). Quizá por ser personas de gran riesgo de contagio durante la primera ola de COVID-19 en España, similar a las de los contactos estrechos de un caso positivo. (9).
Además de tener un riesgo superior al de otros colectivos sanitarios del resto de Europa. Hecho favorecido por cierto desconcierto inicial: quejas contra el gobierno por la negligente atención de las demandas de mascarillas, equipos de protección individual y provisión de pruebas diagnósticas suficientes.
Cuando los análisis se estratificaron por sexo, no se observó ninguna modificación relevante del efecto. Se obtuvieron conclusiones similares después de estratificar por categorías de edad, tabaquismo o IMC.
Llamó la atención apreciar cómo dentro de los subgrupos de fumadores actuales y participantes obesos (IMC ≥ 30 kg / m2) no aparecieron casos de COVID-19 si la adherencia a la dieta mediterránea estaba en el escalafón más alto (MDS: 7 a 9 puntos)
Estudio observacional en población del Líbano
En julio del 2021 se publicó un estudio observacional (casos y controles) en una población libanesa, que también reveló una asociación inversa entre la dieta mediterránea y la COVID-19. (10)
Se entrevistaron, mediante cuestionarios (on line), a 399 libaneses, con objeto de recabar información sobre antecedentes personales de haber sufrido la COVID-19. Así como de sus hábitos alimentarios para identificar el grado de adherencia a la Dieta Mediterránea (MedDiet), con cuestionario semicuantitativo de frecuencia de alimentos. Sin soslayar información sobre las características sociodemográficas, el estado de salud, el estilo de vida.
De esta forma, pudo observarse cómo los casos (los 150 que habían sido diagnosticados de la COVID-19) ) tuvieron una menor adherencia a la Dieta Mediterránea. Esto es, tuvieron una puntuación media más baja del índice MedDiet (p = 0,009) que los controles (249). Aunque el modelo dietético predominante en ambos grupos fue el occidental, pues sólo el 22% tenían una adherencia alta a la Dieta Mediterránea.
Con respecto a los controles, los casos consumieron menos aceite de oliva y más carne y alcohol. Es preciso decir que esta muestra estaba constituida mayoritariamente por mujeres (68% de los casos; 71% de los controles) y jóvenes (55,3%, casos; 57,8%, controles). Quizá, por ello, hubo pocos casos graves de la COVID-19.
Aunque un estudio observacional de casos y controles tiene menor calidad científica que un estudio prospectivo, sus conclusiones concuerdan con las de la cohorte SUN, antes referidos.

Efecto protector de la COVID-19 mostrado por la Dieta Mediterránea. Las crucíferas (berza, coles, repollo, brócoli, lombarda…) son vegetales ricos en micronutrientes muy saludables, como el singular sulforofano.
Efecto protector de la covid-19 por vegetales, café y lactancia materna
El 20 de junio del 2021 se publicó (Nutrients) un estudio que reveló una asociación inversa entre una dieta con buena dotación de vegetales y la COVID-19. Además, la lactancia materna y el consumo regular de café también se asociaron con una significativa reducción del riesgo de sufrir la COVID-19. (11)
Método
Los autores del estudio (Facultad de Medicina de la Universidad de Northwestern, Chicago) examinaron las asociaciones entre determinados hábitos dietéticos (de 2006 a 2010) y las infecciones por COVID-19. Todas ellas diagnosticadas por la Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) en secreciones nasofaríngeas, de marzo a diciembre de 2020, antes de que las vacunas estuvieran disponibles.
Así, se analizó el consumo habitual de café, té, verduras, frutas, pescados grasos, carnes procesadas y carnes rojas, según lo referido por los participantes. Así como la lactancia materna recibida por los bebés incluidos en el estudio.
De los 37.988 participantes (40 a 70 años), a los que se les hizo la PCR, el 17% dieron positivo al SARS CoV-2, o sea, fueron diagnosticados de la COVID-19.
Resultados
Pues bien, después de aplicar el correspondiente aparato estadístico (ajuste multivariable con regresión logística) pudo observarse cómo el consumo de, al menos, 0,67 porciones diarias de verduras (cocidas o crudas, excluidas las patatas) se asoció con un menor riesgo de COVID-19: 12% (Odds: 0,88, IC 95%: 0,80, 0,98).
Además, el consumo diario de una o más tazas de café se asoció con una disminución de un 10% en el riesgo de COVID-19 (0,90, IC 95%: 0,83, 0,96). En este caso la comparación se efectuó con los que bebieron menos de una taza diaria de café.
También se observó un relevante beneficio de la lactancia materna: un 10% de reducción del riesgo por parte de los bebés amamantados, versus los que no recibieron leche materna.
Sin embargo, el consumo de carne procesada se asoció con un mayor riesgo de COVID-19: un 9% mayor con 0,43 porciones diarias (Odds: 0,91; IC 95%: 0,80 a 0,98). En cambio, las carnes rojas no incrementaron el riesgo, por lo que es posible que el responsable de incrementarlo sea alguno o varios de los ingredientes o procedimientos empleados en la conservación y procesamiento de la carne, como los nitritos-nitratos, la salazón o el ahumado.
Efecto protector COVID-19 por la dieta mediterránea: hipótesis plausibles
Durante estos años de pandemia, se ha constatado que el riesgo de contagio y la gravedad de la COVID-19 depende de la calidad de la respuesta inmunitaria. (12)
Muy probablemente una buena inmunidad innata o natural podría incluso evitar la infección por el agente responsable de la COVID-19. Esta probabilidad se convierte en certeza cuando se trata de evitar una mala evolución de la enfermedad. Lo que sucedería si el SARS CoV-2 lograra franquear nuestras líneas defensivas, abriendo con su llave (proteína S) las cerraduras (receptores ACE 2) de las puertas de acceso a nuestras células epiteliales, endoteliales de un variado repertorio de órganos y sistemas.
Así, si nuestra inmunidad adquirida o específica echara el resto, fuera efectiva, la evolución sería muy benévola, con un curso asintomático o muy leve. Sin embargo, si se mostrara endeble, se acrecentarían las posibilidades de sufrir, durante la segunda semana, la temible tormenta inflamatoria o de citoquinas. Hecho que abocaría a cuadros de hipercoagulabilidad (tromboembolias pulmonares, ictus) y, sobre todo, a un Síndrome de Distrés Respiratorio Severo con insuficiencia respiratoria grave. Situación de gran compromiso vital, que requiere hospitalización en planta y, a veces, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Asunto muy transcendente, como pudimos comprobar durante las primeras olas de la enfermedad en nuestro país, donde llegaron prácticamente a saturarse las plantas de neumología y las UCIS.
Potenciación de la inmunidad por acciones antioxidantes
De todo ello, puede colegirse que todo factor que incremente los fenómenos oxidativos e inflamatorios limitará la efectividad de nuestro sistema inmune. Lo que aumentaría nuestra susceptibilidad al virus responsable de esta pandemia y seríamos más proclives a sufrir graves complicaciones e incluso a morir. Precisamente, esto acontece en la obesidad, la diabetes y procesos cardiovasculares, propiciados por sedentarismo y comida Chatarra, entre otros factores.
Sin embargo, la práctica regular de ejercicio físico y una dieta saludable como la dieta mediterránea, potencian los sistemas antioxidantes y aportan micronutrientes de gran efecto antioxidante, respectivamente.
Como en otro artículo de este blog abundamos en los mecanismos esgrimidos por la actividad física para reducir el riesgo y gravedad de la COVID-19, en este apartado nos centraremos en los exhibidos por la dieta mediterránea.
Nutrientes de efectos antioxidantes
La dieta mediterránea potencia nuestro sistema inmune (13), merced a sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y protectores del material genético. (14–17)
Así, la fruta, semillas, verduras y frutos secos aportan fitoquímicos de efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Véase, polifenoles, flavonoides, carotenoides, vitaminas, como la “sensible” vitamina D. Además, todos ellos son muy ricos en la saludable fibra. una buena dotación de minerales (zinc, selenio, magnesio)
Aprovechemos este momento para destacar a un gran protagonista de la dieta mediterránea: el aceite de oliva virgen extra. Muy rico en potentes antioxidantes (polifenoles), como la oleuropeína, el hidroxitirosol y el oleocantal.
También hace muy saludable a la dieta mediterránea su riqueza en ácidos grasos monoinsaturados, como el ácido oleico del aceite de oliva virgen extra. Además de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (docoxahexanoico y eicosapentanoico), aportados por el pescado, sobre todo, el azul. Sin soslayar una buena dotación de minerales (zinc, selenio, magnesio)
En cambio, los alimentos que la integran no suministran los proinflamatorios ácidos grasos trans industriales, propios de los ultraprocesados.
Acorde con ello, la dieta mediterránea es el primer modelo dietético asociado con una disminución significativa de dos marcadores inflamatorios, la Proteína C Reactiva y la interleucina 6 (18). Ambos muy elevados en los pacientes con COVID-19 que sufren la tormenta inflamatoria, como se ha comprobado en una prueba clínica. Lo que posteriormente ha sido confirmado por un metanálisis de 17 estudios que incluyeron 2300 pacientes.(19)
Mejora de la microbiota intestinal
Por otra parte, una buena adherencia a la Dieta Mediterránea se asocia a un aumento de la riqueza y diversidad de la microbiota intestinal. Con predominio de taxones bacterianos antiinflamatorios y reducción de los proinflamatorios. Además de con un aumento en la producción de los saludables ácidos grasos de cadena corta. Y una menor producción de los nocivos ácidos biliares secundarios, p-cresoles, etanol y dióxido de carbono. (20)
Resulta crucial mejorar la calidad de nuestra flora intestinal, dado que una disbiosis o empobrecimiento de la microbiota intestinal puede dar lugar a una mala modulación de la respuesta al estrés, de la función inmune, así como de la neurotransmisión y neurogénesis. (21)
Incluso tal modelo dietético mejora la microbiota intestinal de ancianos con Fragilidad, haciéndoles menos vulnerables. (22)

Según un estudio publicado el 20 de junio del 2021(Nutrients), el consumo diario de una o más tazas de café se asoció con una disminución de un 10% en el riesgo de COVID-19 (0,90, IC 95%: 0,83, 0,96), en comparación con un consumo inferior a una taza diaria.
Efecto protector del café
Como hemos explicado en bastantes artículos de este blog, el café exhibe relevantes efectos antioxidantes, antiinflamatorios y reparadores de anomalías del ADN. Todo ello, merced a su riqueza en polifenoles del grano verde (ocupa el sexto lugar entre los alimentos más ricos en antioxidantes por su abundancia en ácido clorogénico) (23)
Pero, ¡ojo! son los productos obtenidos durante el tueste (melanoidinas, feniilindanos y pirocatecol) los que más que incrementan la potencia antioxidante.
En esencia, los efectos saludables exhibidos por los fitoquímicos del café se deben a su capacidad de activar a un factor de transcripción muy beneficioso, el factor eritroide nuclear dos. Compuesto que promueve la síntesis de proteínas de efectos antioxidantes, desintoxicantes y reparadores de anomalías del ADN. Al tiempo que inhibe a factores de transcripción proinflamatorios (factor nuclear Kappa B. NF-kB) (24,25).
En cuanto al efecto protector del ADN exhibido por el café, es preciso decir que, al menos, tres estudios experimentales han constatado tal hecho. ¿Cómo? Pues reduciendo el número de roturas espontáneas del ADN, tanto a las pocas horas como a las 4 semanas de consumirlo, con respecto al placebo (agua). (26–28)
Por otra parte, el impacto favorable del café en la microbiota intestinal también ayudaría a entender sus efectos saludables, incluido los antiinflamatorios. No olvidemos que incrementa la riqueza y la diversidad de la microbiota, así como los taxones microbianos de perfil antiinflamatorio (Bifidobacterium, bacteroides, Faecalibacterium y Roseburia, entre otros). (29–31)
Sobre el efecto potenciador de la inmunidad ejercido por el café se han elaborado y publicado, incluso, revisiones específicas. (32)
Conclusiones
Diversos estudios científicos están revelando un efecto protector de la COVID-19 por la dieta mediterránea. Con reducción tanto del riesgo de sufrirla cuanto de padecer sus temibles complicaciones. Muy posiblemente debido a su capacidad de fortalecer la inmunidad.
Así, los alimentos que la integran (fruta, verdura, pescado, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, legumbres…), aportan nutrientes de efectos antioxidantes, antiinflamatorios y reparadores del ADN. De esta forma, contribuirían decisivamente a optimizar la respuesta inmunitaria del huésped susceptible a contagiarse por el virus causal (SARS CoV-2).
Conviene destacar que los saludables efectos de la dieta mediterránea se deben al efecto conjunto de los alimentos que la integran. Sería una especie de sinergismo por potenciación. Así lo han manifestado numerosos investigadores, entre ellos los responsables del proyecto SUN, concretamente en enero 2022, en Frontiers in Nutrition. (33)
De igual forma, el consumo regular de café contribuiría a reducir el riesgo como se ha comprobado en un reciente estudio, analizado en este contenido. ¿Por qué? Pues por su extraordinaria riqueza en polifenoles, flavonoles y compuestos obtenidos durante el tueste de potentes efectos antioxidantes, antiinflamatorios, desintoxicantes y reparadores de anomalías del material genético. Así, reforzaría la inmunidad y, por ende, evitaría la infección por el SARS CoV-2, o, en su defecto, sus temibles complicaciones.
Dr. Félix Martín Santos
Bibliografía:
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